Epistemología y diseño. Un maridaje necesario

Dedicado a Eduardo Campos K., Decano de la Fac. de Humanidades y Tecnologías de la Comunicación Social, Utem., Stgo., por su notorio interés de potenciar la epistemología en la Carrera de Diseño.

Por Zenobio Saldivia

Las raíces etimológicas de la noción “Epistemología” provienen del griego episteme, que significa “ciencia” o “conocimiento” y de la voz logía que significa “estudio”. Esto, desde un principio, nos da una idea del sentido y de los propósitos de la disciplina. La epistemología estudia la naturaleza y validez del conocimiento. También ha sido llamada Teoría del conocimiento (términos más comúnmente usados y difundido por los alemanes e italianos), o gnoseología (utilizado más frecuentemente por los franceses). En las últimas décadas también es asociada con la filosofía de la ciencia. Aquí es entendida en su acepción más moderna, esto es, como ciencia que estudia la génesis, el desarrollo y los resultados del conocimiento científico. El propósito de la epistemología es distinguir la ciencia auténtica de la pseudociencia, analizar la investigación científica para detectar el conocimiento válido del conocimiento superficial o la búsqueda de la verdad de sólo una aproximación vivencial a ella. También debe ser capaz de criticar programas de investigación y de sugerir nuevos enfoques promisorios para el desarrollo de las ciencias particulares.

Con el advenimiento de la época moderna, desde Descartes, hasta nuestros días, se ha estructurado en la cultura occidental un paradigma analítico, mecánico y racionalista que corresponde a una cosmovisión atomizadora de la realidad, donde los diferentes aspectos del universo1 son percibidos como compartimentos estancos. Imbuido de este paradigma y potenciado por las nociones del positivismo del siglo XIX y comienzos del XX, a su vez, se constituyen nuevas disciplinas que han venido dando cuenta de los hechos y de los fenómenos del mundo. Lamentablemente la mayoría de los sistemas educacionales, ha continuado esta tendencia separatista y ello ha contribuido a la difusión de la creencia errónea que sostiene que la ciencia es una instancia poseedora de una objetividad per se y que la misma, no se relaciona con el arte ni con la técnica.

Sin embargo, desde finales del Siglo del Progreso y aún con más fuerza desde la mitad del siglo veinte hacia delante, ha comenzado a manifestarse una creciente tendencia a percibir la realidad de una manera más integrada; se trata de un movimiento epistémico holístico que comienza a tener expresiones en diferentes entidades de la cultura: La ciencia ecológica, la medicina psicosomática, psiquiatrías alternativas y otras, son algunos ejemplos de esta tendencia epistémica y cultural. Inserto en este contexto sociocultural, especialmente en las últimas décadas del siglo XX, aparecen a su vez diversas tendencias epistemológicas que apuntan a presentar una visión de la ciencia mas crítica y más antropomorfizada, y que en suma, dejan de manifiesto las carencias de la ciencia, sus limitaciones y sus principales interacciones con otros constructos. Entre estas, recordemos el enfoque racionalista de Mario Bunge, el constructivista de Jean Piaget, el anarquismo cognitivo de Feyerabend, o los enfoques analíticos del discurso tales como los de Gastón Bachelard o los de Michel Foucault; o la perspectiva analítico-historicista de las revoluciones científicas, de Thomas Kuhn, entre tantos otros.

Por tanto, buscar explicaciones sistémicas que surjan desde la propia disciplina del diseño y que intenten superar la atomización cultural, es equivalente a reconocer una tarea nueva y que inevitablemente se articula con la epistemología, mediante un replanteamiento de los conceptos de arte, ciencia y técnica. Esto, porque justamente los exponentes del diseño, estiman que su quehacer involucra distintas disciplinas auxiliares o áreas del conocimiento pero que no se agota en ninguna de ellas.2 Entonces, cualquier acercamiento entre epistemología y diseño, debe partir de un reconocimiento de la interdisciplinariedad como modus operandis del diseño.

Ahora, si bien la epistemología está muy desarrollada en Europa y América, en los círculos académicos y científicos, aún parece no tener una conexión directa con la disciplina del diseño. Tal vez, lo más próximo a esto, sean las reflexiones de Mario Bunge sobre la tecnología en sus distintas expresiones, tal como lo señala el autor en su texto Epistemología y donde da cuenta que el trasfondo gnoseológico de la tecnología comparte con la ciencia algunos principios generales, entre estos el hecho de que “Todo conocimiento de la realidad puede incrementarse merced a la investigación científica”;3 y por cierto el diseño queda inevitablemente también incluido. Pero claro, de ahí a una aplicación epistémica específica sobre el diseño, falta mucho y está todo por hacerse. En la presente comunicación, se pretende al menos, dar cuenta de la conveniencia de repensar el conocimiento generado desde el diseño para aproximarnos hacia una reflexión acerca de los diversos elementos epistémicos que tienen ingerencia con el diseño; entre estos, las categorías más relevantes de la profesión, sus hitos más significativos, su objeto de estudio y los límites del mismo, entre otros.

Es en este marco de las relaciones entre ciencia y las humanidades en general, justamente donde podemos abordar la capacidad de interpretación y/ o de transformación de la realidad que puede presentar el diseño; independientemente de las distintas percepciones que sobre este quehacer se dan en la actualidad. Entre estas, por ejemplo, entenderlo como una “ciencia tecnológica”; percepción que justamente se mantuvo durante mucho tiempo, o bien, entenderlo como un acervo práctico y cognitivo que integra tecnología, humanidades, comunicación y necesidades sociales al mismo tiempo. Sin embargo, sea su énfasis en el aspecto tecnológico o en la mirada integradora y cohesionadora que mencionamos, el diseño siempre ha estado relacionado con el humanismo, pues esta tendencia considera en su esencia, las observaciones de orden social, los nuevos paradigmas, el nacimiento de nuevos estilos de vida y el origen de necesidades propias y evolutivas por parte del ser humano. En todo este proceso de desenvolvimiento del diseño, la visión crítica, ha estado presente como una constante, desde la propia praxis de la profesión.

Luego, la vieja perspectiva del humanismo implícito en el diseño, es todavía un desafío y un horizonte que no podemos desconocer, pues este quehacer no se agota en la simple materialización de un producto requerido por tal o cual agente social. Esto es, que los profesionales del diseño están conscientes del hecho de entregar un producto final “a pedido”, pragmático y funcional, pero también perciben que dicho quehacer cumple un determinado rol social que se perfila con claros visos humanistas. Así, los análisis provenientes de la epistemología contemporánea deben apuntar tanto a la búsqueda de la integración y del sentido último de esta profesión, cuanto a la revisión de sus categorías más relevantes y a los mecanismos teóricos y operativos de su quehacer: tales como los enfoques sociológicos, antropológicos, ergonómicos, teóricos, plásticos, tecnológicos, productivos, sociales, intuitivos o especulativos, y sobre todo, al análisis proyectual y de mercado y a los enfoques de investigación. Esto, para recordar a la comunidad de los diseñadores, que su quehacer no puede descansar simplemente en el mero ejercicio de un aparataje metodológico y de superposición de nociones teóricas específicas. En este contexto, la epistemología, se permite arribar al diseño para contribuir efectivamente a una especie de auto-orientación pragmática y de redefinición del télos de la profesión. Mirada así, la contribución proveniente de la epistemología, queda claro que el diseño puede situarse como disciplina y como profesión al mismo tiempo, ora satisfaciendo las reales necesidades del cliente, ora realizando un análisis amplio de los nuevos movimientos y tendencias sociales, o bien cautelando el leif motiv del diseño para no reducirse a una simple profesión con fines de lucro.

El diseño, como profesión, en la actualidad es capaz de constituir un cuerpo teórico propio, independientemente de las cosmovisiones que a éste campo disciplinario se vengan aproximando desde el resto de las expresiones de la cultura. De esta manera entonces, se hace necesario también al igual que cualesquiera otra disciplina, recibir las aportaciones y los fundamentos críticos de la epistemología, en el quehacer rutinario del diseñador, puesto que éste al igual que los científicos, necesita nutrirse de un marco teórico y filosófico peculiar, o si se quiere, de una cierta “filosofía de acción”, para lograr conformar su propio ser. Justamente algunos de los tópicos que requieren de una pronta reflexión proveniente de la filosofía de las ciencias, son la definición misma de “diseño”, puesto que esta noción per se es polisémica e induce a diversas interpretaciones, entre estas: a) a la acción de dibujar, o de esbozar futuros productos que están aún en ciernes, b) al campo de acción de un tipo de especialistas interdisciplinarios, c) al resultado final de un esbozo o delineamiento de algo. De manera que ya de partida, el diseño requiere de una colaboración de la epistemología, en especial, porque una de las tareas propias de esta disciplina es justamente el análisis de los conceptos, tal como nos lo recuerda Scriven.4 Y más acá de la definición, los problemas recién comienzan, v. gr.: los alcances y limitaciones propias del recurso de los programas computacionales o softwares, demanda también nuevas elucubraciones. Otro problema a dilucidar es el que hace referencia a los límites del diseño, en fin, entre tantos otros. Veamos por ejemplo algunos de éstos. Recuérdese que el diseño, desde sus orígenes se aleja de una clara concepción de “ciencia”, puesto que como hemos visto se vincula al arte y a las humanidades, entonces queda claro que uno de los límites de esta profesión ha sido la imposibilidad de contar con un solo parámetro disciplinario para profundizar en sus cometidos; realidad que ha intentado superarla en cambio, por su evolución hacia nuevas áreas de investigación y desarrollo, tales como el humanismo, el arte y la estética. Sin embargo, observamos una marcada intención por armar una mirada propia desde una génesis también propia, apartando de sí la fuerte influencia ejercida desde las ciencias duras que han generado una confusión en la concepción contemporánea del diseño.
4. Scriven, Michael John: “Filosofía dela Ciencia”, en: Percy Snow, Ch., Sagan, Carl et al.: Ensayos científicos, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México D.F., 1982, p. 89 y ss.

Hoy, si bien el diseño tiene una amplia proyección de modelos, prototipos y resultados finales aplicados a la industria, al comercio o al mundo de los servicios, no puede salirse de la escala humana; esto es, un límite biológico y ergonómico, que los diseñadores están obligados a tener en cuenta para la aceptación de sus propuestas. Este es un límite infranqueable de la naturaleza humana, puesto que no podemos interactuar con nuestros objetos si estos no responden a nuestras dimensiones físicas y/o anatómicas.

Otro límite frecuente en el trabajo de los diseñadores, es justamente la subjetividad en lo referente a la interpretación de la realidad, puesto que el diseñador debe responder a las necesidades reales del marco social y no a la mera interpretación subjetiva del objeto de estudio por parte del diseñador. En este caso, estamos frente a uno de los límites del observador en el proceso de investigación científica.

Paradójicamente también otro límite muy recurrente en el ejercicio profesional del diseñador es la utilización de nuevas tecnologías computacionales, como por ejemplo los softwares pertenecientes a la realidad virtual, modelo e instrumento fundamental en la actualidad, pero que en algunos casos, no logra dar cuenta correctamente de los observables, en lo referente al comportamiento real de los materiales que serán partes esenciales del objeto final. Esto, puesto que, los objetos existen dentro de una realidad que es tangible, es decir, que se toca, se palpa y que en el caso de la realidad virtual, no nos permite el contacto directo con el observable, tan sólo una aproximación que estimamos relativamente aceptable. La posibilidad de retratar un proyecto de diseño en lo virtual, entonces no nos da una garantía absoluta para saber como será la interacción final de los objetos con el medio social y natural. Con esto queremos decir, sin desconocer su gran utilidad, que las tecnologías de este tipo, no han logrado satisfacer la pre-visualización total dentro del trabajo del diseñador.

Podemos decir también que el diseño, curiosamente participa de otra limitación, en tanto, ella misma como disciplina aplicada no ha podido definir sus parámetros de extensión y/o de inserción dentro de la sociedad; más bien, necesita abrirse a disciplinas vecinas, para recibir nuevos conocimientos que el diseño por si mismo no ha podido generar. Por esto, hoy es frecuente escuchar la propuesta de los diseñadores jóvenes de una apertura hacia las ciencias vinculadas a la filosofía, a las ciencias sociales y al Humanismo en general. Por tanto, la idea de interdisciplinaridad que se visualiza actualmente en el diseño, sería conveniente que se transforme en una oportunidad para fortalecer su corpus teórico, y no en una constante carencia de identidad cognitiva.

Lo anterior, deja de manifiesto, la conveniencia de un acercamiento entre la epistemología y el diseño, tal como ya lo adelantáramos en el epígrafe. En efecto, un maridaje entre la epistemología y el diseño, no es que un camino teórico para el futuro, es una necesidad de sobrevivencia de la disciplina y un camino para perfilar el estatuto del diseño dentro del universo del acervo cognitivo contemporáneo.

Por Zenobio Saldivia y Cecilia Silva C.

_____________
Notas
1. Suárez Trujillo, Manuel: http://www.monografias.com/trabajos/epistemologia/epistemologia.shtml
2. Valdivia, Hugo: “Epistemología del Diseño”. Apuntes de la Cátedra: “Filosofía del Diseño”. U. Tecnológica Metropolitana, Stgo., 1995.
3 Bunge, Mario: “Epistemología”. Editorial Ariel, Madrid, 1990, p. 212.