por Zenobio Saldivia
Resumen
El presente artículo pretende dar a conocer las características y propiedades del aporte de Carlos Porter a la ciencia chilena y a la comunidad científica internacional. Se enfatiza principalmente en su rol como difusor de la ciencia en las regiones y en su propósito de entregar a la comunidad un nuevo medio de comunicación científica. Además se destaca aquí, su condición de científico que actúa como eslabón entre la ciencia finisecular decimonónica y la ciencia de comienzos de siglo veinte en Chile.
Porter. El lado humano.
Carlos Emilio Porter Mosso, nace en Valparaíso en 1867. De ascendencia norteamericana, sus padres fueron doña Emilia Mosso Luna y don Carlos Porter W.; este último, un marino chileno que fue compañero de ilustres personajes norteamericanos. Desde muy pequeño siente una gran fascinación por las ciencias naturales, y como adolescente gusta de recolectar insectos; todo lo cual es la génesis de su futura especialización en zoología y entomología. Es su entrada formal al campo de los estudios de los coleópteros y de los insectos en general. Así, a los 22 años comienza a recolectar especimenes con propósitos más institucionales, por ejemplo, se interesa por los diversos referentes de la fauna atacameña, para enviarlos al Museo de Historia Natural de Valparaíso y para diversos liceos del país, como parte de los requerimientos de una comisión oficial asignada por el gobierno. En 1897 funda la Revista Chilena de Historia Natural, que dirige durante prácticamente toda su vida, en un esfuerzo de voluntad y de trabajo gigantesco. Ese mismo año asume también como Director de esta institución, hasta Agosto de 1906; fecha en que ocurre un gran terremoto que destruye no sólo el Museo, sino gran parte de Valparaíso; por ello, decide avecindarse en Santiago, pero con el firme propósito de erigir otra vez la institución. En la capital, encauza todas sus energías para recolectar especimenes, objetos y dinero para rehacer el trabajo empezado con antelación. Finalmente, en Noviembre de ese mismo año, logra acondicionar una sala en el Liceo Miguel Luis Amunategui, en Santiago, que será lo más parecido a su querido Museo. Este funciona hasta 1910, fecha en que Porter es enviado en comisión de servicio, a distintos Museos de Argentina y Europa. Llama la atención que en sólo dos meses, el autor haya logrado aunar voluntades de personeros de la política, de la educación y de la comunidad científica, para rehacer su institución, al menos en términos muy modestos. Esta capacidad de buenas relaciones humanas y de acertividad para lograr sus metas, es una característica de Porter como ser humano y como científico y que la encontramos reiteradamente en su vida. Se acoge a jubilación en 1928, pero esto no es un óbice para abandonar las investigaciones de su interés; por eso, luego de su retiro de la vida pública, tal como ya lo ha señalado Bahamonde, continúa en “comunicación con nuevos centros científicos del mundo entero” y sigue animoso para “formar nuevos científicos y enriquecer con nuevas especies el saber entomológico”(1).
Durante su vida recibe numerosos estímulos y reconocimientos, tanto del país como del extranjero; los cuales hablan por sí mismos de la importancia de Porter en la comunidad científica internacional. La muerte lo sorprende, aún con sus capacidades intelectuales en acción, el 13 de Diciembre de 1942.
La Revista Chilena de Historia Natural
La Revista Chilena de Historia Natural fue fundada por Porter en 1897, como ya se ha señalado, con el propósito de difundir trabajos originales propios de diversas disciplinas propias de las ciencias de la vida, que no habían sido debidamente atendidas aún en el país. Entre estas Ecología, Ecofísiologia, Ecología de Poblaciones y Comunidades, Ecología del Paisaje y Ecosistémica, Sistemática, Evolución Orgánica, Genética de Poblaciones, Biogeografía, Paleobiología, Parasitología, y las tradicionales Taxonomía, Botánica y Zoología ( las cuales si estaban bien desarrolladas en el país). Este medio de comunicación, se centra en el análisis y difusión de los tópicos actualizados de las ciencias básicas; como también en la explicación de las bases biológicas para el uso y manejo de recursos bióticos, incluyendo el estudio del impacto humano sobre los organismos o en los sistemas naturales en general. La Revista se concentra, por tanto, en difundir una diversidad de contribuciones teóricas y empíricas; orientadas todas hacia una mejor comprensión de los contenidos temáticos en boga, existentes a la fecha, en el campo de las ciencias de la vida.
La revista va ganado cada vez nuevos espacios en la vida académica y científica chilena y logra motivar a los científicos no sólo del país, sino también de América y Europa, quienes envían sus contribuciones con tópicos de sus respectivas áreas temáticas. En este sentido, un gran mérito de la revista, que es más fácil percibirlo ahora, desde la mirada contemporánea; es el hecho de que a través de la continuidad de sus distintos números, hoy podemos apreciar en su conjunto, la diversidad de los referentes de la naturaleza chilena; toda vez que en sus páginas frecuentemente se presentan diagnosis de especimenes de nuestra flora y fauna. Entre estas, es imposible olvidar las contribuciones de Johow y Philippi en botánica; o las de Albert en temas forestales, de ornitología y de ecología; las de Delfín en ictiología; o las Reed, en tópicos sobre nuestra flora y fauna; y por cierto, las aportaciones sobre entomología del propio Porter o las de Calvert; e incluso en temas de antropología, como los aportes de Vergara, que frecuentemente aparecen en los primeros números de la Revista. Colaboran también en este medio, científicos extranjeros como por ejemplo los españoles Don Santiago Ramón y Cajal, Salvador Calderón y otros, o los argentinos Silvestri y Vernet, entre tantos autores. Este medio de comunicación se intercambia con los que se publican a su vez en las Academias Científicas Europeas y las revistas afines de otros países de América; en el primer caso, por ejemplo, se intercambia con publicaciones de la Academie des Sciences de París. Actualmente la revista creada por Porter, mantiene su continuidad.
Su Aporte Científico
El aporte científico que nos ha dejado Carlos Porter, corresponde a un cúmulo de investigaciones y publicaciones que contribuyen a la consolidación de la ciencia nacional, en lo referente a la profundización de la disciplina de la entomología por una parte; y por otra, en cuanto a la creación de la infraestructura y al fortalecimiento de instancias organizacionales y administrativas en las universidades del país, nos ha legado una serie de contribuciones para hacer posible la marcha rutinaria de la ciencia en los campos mencionados. En rigor, todos sus trabajos están estrechamente relacionados, ya sus estudios e investigaciones, apuntaban al fortalecimiento de la micrografía, de la entomología y de la bibliografía científica. algunos de ellos recolectados a lo largo de toda su vida. Éste creó en 1914, los “Anales de la Zoología Aplicada“, que a partir de 1924 fueron refundidos con la Revista Chilena de Historia Natural. Sus páginas contienen artículos de zoología agrícola, médica y veterinaria. Y en cuanto a la identificación de especimenes, recuérdese además, que ha dejado incorporada a la taxonomía, una gran cantidad de especimenes de nuestra flora y fauna nacionales; a manera de ilustración nada más, en el ámbito de la entomología logra la descripción de más de trescientos referentes (2).
En el ámbito de la docencia se desempeña como profesor de Microscopía, en el Instituto Técnico Comercial de Valparaíso (1903), y de Fisiología e Higiene en la Escuela de Ingenieros de la Armada Nacional, en la misma ciudad, durante cinco años, desde 1900. Más tarde dicta la cátedra de Parasitología animal, en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la U. de Chile; también sirve las cátedras de Zoología general y de Entomología aplicada, en la Universidad Católica de Santiago.
Después de un largo viaje por Europa, regresa a Santiago para cumplir labores de profesor de ciencias naturales en la Escuela Militar (1912-1918), profesor de zoología, entomología y microscopía del Instituto Agronómico de Chile y Director del Museo y Laboratorio de Zoología Aplicada en la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y profesor de Parasitología Animal en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Chile. Además fue profesor en la Universidad Católica de Chile. El Museo Nacional de Historia Natural también lo contó entre su personal científico, desempeñándose en la sección de invertebrados, jefe de la sección Entomología y profesor de la Escuela de Altos Estudios, donde dictó los cursos de Zoogeografía de Invertebrados y de Histología Normal.
La iniciativa de Porter en el campo zoológico es extraordinariamente fecunda, y tal como consta en sus propios antecedentes curriculares; funda en Santiago, en Junio de 1922, la Sociedad Entomológica de Chile, en Santiago; entidad que dura once años, y luego se reorganiza en una segunda etapa, desde Marzo de 1933, como Sociedad Chilena de Entomología; en ambos casos su primer Presidente es Porter. A su vez, en el ínterin, por ejemplo en Abril de 1928, ya ha fundado otra institución, el Instituto de Zoología General y Sistemática; entidad dedicada al estudio de los artrópodos chilenos y al de los parásitos animales. El Instituto partió en una primera fase, con la creación de una biblioteca especializada en Ciencias Naturales, que justamente era la de Porter que se fue ampliando cada vez más. La misma contenía tratados de carácter general, monografías de anatomía comparada, zoología, histología normal, parasitología, sistemática de insectos, crustáceos, ácaros, zoología económica y ensayos sobre la fauna chilensis Incluía también un laboratorio de microscopía y colecciones especiales de crustáceos, cerambícedos, sárfidos, hemípteros, brúquidos, meloides, esfíngedos y zoocecidias, que Porter había logrado recolectar con tesón durante muchos años.
La Revista Chilena de Historia Natural a su vez, actuaba como el órgano publicitario oficial de esta institución. Este Instituto de Zoología General y Sistemática sirvió de inspiración para crear más tarde, en 1957, el Centro de Investigaciones Zoológicas de la Universidad de Chile, que durante años funcionó en el Campus Oriente de la universidad, siendo su primer director el profesor Guillermo Mann Fischer, uno de los zoólogos más distinguidos conque a contado el país. Es importante mencionar, que la biblioteca que existía en el Instituto de Zoología General y Sistemática, tenía una colección bibliográfica que integraría más tarde la biblioteca de la Estación de Biología Marina de la Universidad de Chile en Montemar (hoy Instituto de Oceanología de la Universidad de Valparaíso).
Otro ámbito de su trabajo científico, es posible percibirlo, en virtud de su extensa labor bibliográfica; en este sentido es uno de los fundadores de la bibliografía científica en Chile, más exactamente, el primer bibliógrafo chileno. El caso de Porter tiene una notoria similitud con el de Medina; porque los dos terminaron siendo destacados bibliógrafos, tal como ya lo ha señalado adecuadamente Feliú Cruz (3). Molina parte con sus inquietudes por las Crónicas de la conquista española y termina con la aprehensión cognitiva en ciencias naturales. La pasión de Porter, en cambio, lo lleva a interesarse por la prosa de la zoología y la parasitología y luego llega al discurso acotado de la bibliografía de las ciencias naturales. Ello es fue inmensa en el campo de las ciencias naturales, le permitió adquirir renombre en Chile, América y en el mundo entero. Por eso, no es extraño que al leer el cuadernillo: Hoja de Servicios. Actuación científica y premios del Prof. Dr. Carlos E. Porter -que el mismo autor había preparado para postular a una nominación científica internacional- se aprecie que el numero de publicaciones, libros y comunicaciones científicas, sobrepasen las cuatro centenas (4).
Su aporte científico se comprende mejor, al observar su vasta producción de ensayos en el ámbito de las ciencias de la vida y bibliográfico. Tres años después de la fundación de la Revista Chilena de Historia Natural, publica el Ensayo de una Bibliografía Chilena de Historia Natural. En 1928 y 1929, publica los Anales de Zoología General y Sistemática. Entre sus obras recordemos al menos: Literatura antropolójica i etnolójica de Chile (1906),Ensayo de una bibliografía chilena de Historia Natural (1900), El Dr. Don Francisco Fonck (1914), Indice alfabético sinonímico de la anatomía humana de Sappey (1900), Programa de Morfología y fisiología del hombre (1902),Bosquejo histórico, desarrollo y estado actual de los estudios sobre antropología, fauna y flora chilenas, (1910) y muchos otros. Según Looser -quien cataloga las obras de Porter- éste habría escrito 146 ensayos (5).
Empero, su aporte científico no se agota en el marco de sus actividades de exploración del territorio; ni en sus actividades docentes en institutos o universidades del país; sino que también hay que apreciar algo que ha pasado desapercibido hasta ahora por sus biógrafos; esto es, que Porter representa un nuevo tipo de científico en el país, un científico que busca fortalecer disciplinas científicas fuera de la metrópolis, en las regiones. Este es el otro mundo que anunciáramos en el epígrafe; es un sabio que se mueve con sus pares de la comunidad científica capitalina, el mundo científico tradicional, donde se forman e investigan la mayoría de los científicos; pero al mismo tiempo gasta sus energías para hacer ciencia en regiones, para crear entidades de difusión científica en los bordes de la metrópolis, fuera de la capital; por ello sus esfuerzos como Director del Museo de Historia Natural de Valparaíso, y la Revista de Historia Natural, que queda asentada definitivamente en dicho puerto. Por esto también, no resulta extraño encontrar en la misma, trabajos de científicos radicados en Tocopilla, Rancagua, Quilpue y Valparaíso. Y por esta misma razón, Porter privilegia participar (por sobre otras invitaciones) en los Congresos Científicos organizados en La Serena (1900), en Valdivia (1903) y en Valparaíso en 1936.(6) Así que cuando se analiza con detención el número de conferencias dadas en el país, se observa que la mayoría de éstas las da en Valparaíso: 90, y en tercer lugar Linares, donde dicta 36.(7) Y también, es altamente probable que por esta misma razón y no por simple comodidad, muchas de sus obras hallan visto la luz en imprentas de Valparaíso, tal como puede observarse al leer con detención la Hoja de Servicios de este autor.
A manera de conclusión
Es difícil intentar valorar la producción científica de este autor, toda vez que la misma escapa a los aspectos puramente cuantitativos, y no se agota en sus más de 400 trabajos teóricos, entre conferencias, ensayos, artículos o libros. Tampoco se puede emitir apresuradamente un juicio únicamente porque logró fundar una revista científica más. Su obra trasciende todo aquello; es un conjunto de actividades exploratorias in situ sumado a trabajos teóricos que logran perfilar la entomología en el país y asentar definitivamente la bibliografía científica como un quehacer científico más, como un nuevo campo disciplinario que toma fuerza en Chile y que logra unir por tanto, el universo de los intereses de los científicos, de los bibliotecólogos y de los historiadores de la ciencia chilenos.
Tal vez lo más relevante de Porter para la ciencia chilena sea justamente el hecho de que une dos mundos del trabajo científico chileno y abre un nuevo horizonte disciplinario. Lo primero porque como director de la revista, le toca desenvolverse dentro de un conjunto de disciplinas científicas más privilegiadas que otras, esto es, las tradicionales taxonomía, biología, zoología, botánica, y otras vinculadas a la antigua historia natural, que ya contaban con exponentes en nuestro país, luego de las aportaciones de Molina, Gay o Philippi, quienes ya habían logrado formar escuela y discípulos. En este contexto principia a potenciar otras ramas de las ciencias naturales que no estaban debidamente desarrolladas en Chile; tales como la entomología, la micrografía, las distintas especialidades de la ecología y la bibliografía científica. Este es uno de sus mayores logros, que seguramente enorgulleció a la comunidad científica chilena de principios del siglo XX.
Su persona y su obra, nos plantean en esta época acelerada de cambios y novedades científicas, una seria tarea a los bibliotecólogos, a los historiadores de la ciencia y a los exponentes del periodismo científico; esto es, encontrar los mecanismos y los medios de difusión más apropiados para traer a presencia su legado, sus aportes específicos y su esfuerzo de institucionalización de nuevas disciplinas en el Chile de comienzos del siglo XX. Labor que hay que proyectar, tanto en el medio científico, que ya da por olvidado dichos avatares de construcción científica, como también para los jóvenes universitarios que desconocen el perfil de Porter. Así, encontrar las obras de este autor, los trabajos acerca de su quehacer y otros materiales que hagan justicia a su memoria, es el deber de los que nos desempeñarnos en la Academia, en los Archivos y en los Centros de Recursos del Aprendizaje.
Citas y notas
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Bahamonde, Nibaldo: “Don Carlos Emilio Porter Moso”, Chilena de Historia Natural, Nº56, Valparaíso 1983; p. 9.
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Cf. Feliú Cruz, Guillermo: Carlos Porter (1867-1942), Bibliógrafos chilenos, Stgo., 1969; p. 6.
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Ibidem.; p. 3.
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Porter, Carlos E. : Hoja de Servicios. Actuación científica y Premios del Prof. Dr. Carlos E. Porter, Impr. y Litografía La Ilustración, Stgo., 1935; pp. 1-11.
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Looser, Gualterio: Biografías y bibliografías de naturalistas y antropólogos principalmente en Chile, publicadas por Carlos E. Porter, Impr. Universitaria, Stgo., 1949.
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Feliú Cruz, Guillermo; op. cit.; p. 6.
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Porter, Carlos E.; op. cit.; p. 9.
Para los autores es un grato deber agradecer las facilidades dadas por los funcionarios tanto del Archivo Nacional, de la Biblioteca del Museo de Historia Natural de Valparaíso, como del Museo Fonck, de Viña del Mar.
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