U. Tecnológica Metropolitana, Stgo. Chile.
Cuando se habla de tecnología, desde una perspectiva contemporánea, por ejemplo, se entiende este concepto como un conjunto de las herramientas, técnicas, métodos y procedimientos utilizados por una comunidad para la satisfacción de necesidades biológicas, sociales y culturales. También, es muy frecuente percibirla -a partir de la difusión de las obras de epistemología de Mario Bunge- como técnicas que emplean diversos procedimientos científicos.1 Por ello, al traer a presencia la tecnología, necesariamente estamos aludiendo a la ciencia y a las diversas vinculaciones entre ambas, así como también a la situación de estas en la sociedad.
Desde esta perspectiva, se observa que en la práctica, tecnología y ciencia son nociones imposibles de delimitar como autónomas, puesto que la explicación y los conocimientos sobre los hechos del mundo que reporta la ciencia, por ejemplo, son inmediatamente utilizados con determinadas modificaciones, por la tecnología. A su vez los logros tecnológicos relativos a aparatos, instrumentos y artificios de toda índole, son utilizados pronto por los miembros de las comunidades científicas en su labor cotidiana de ciencia normal, volviendo así a retroalimentar el proceso científico-tecnológico en el cual estamos insertos.
La delimitación es, entonces, únicamente posible en el plano teórico y en el ámbito del estudio de estas actividades humanas. Es común concebir la ciencia como un sistema de conocimientos en desarrollo, tendientes a la obtención o búsqueda de la verdad. Por su parte, la tecnología es posible entenderla como una ciencia que estudia y modifica las técnicas existentes y genera otras.
Uno de los aspectos relevantes de la tecnología es el hecho de que su desarrollo figura aparejado al de la técnica; esta última, entendida como un conjunto de procedimientos y normas que regulan la actividad del hombre, en vistas de su utilidad.
Desde el punto de vista histórico, no resulta fácil precisar qué actividad es la más característica de cada sociedad. Así por ejemplo, si se considera a la tecnología como un marco más amplio de la cual se generan diversas técnicas, la técnica aparecería como un quehacer de menor importancia dentro de la sociedad, subsumida en una noción de tecnología con más cuerpo y propiedad. Pero también es posible focalizar la atención en ciertas técnicas específicas que en su conjunto forman una vasta red de conocimientos tendientes a una aplicación práctica más inmediata; en este caso aparece como más relevante la técnica.
Históricamente apareció primero la técnica elemental como un conjunto de actividades orientadas a la modificación del mundo físico o natural. Al parecer estaba encauzada hacia la satisfacción de necesidades básicas y a lograrlas con el mínimo esfuerzo; aunque también incluye la satisfacción de algunos deseos relativos al juego y al ocio. Sus resultados eran visibles por la ejecución de herramientas, aparatos y actividades organizadas para alcanzar propósitos específicos. Entre estos están la conquista del fuego y la invención de la rueda, que podemos considerarlos como expresiones del primer hito del desarrollo tecnológico.
Siguen después, por cierto, la confección de herramientas metálicas, aplicaciones de la palanca, el perfeccionamiento de los carros y el taladro (Egipto), entre otros. Las sociedades sedentarias situadas en los valles del Nilo, el Eufrates, el Tigris y el Indo, comienzan a asumir tareas de transformación del medio, v.gr. la construcción de canales y presas para asegurar el abastecimiento del agua para la agricultura y la población.
En estas culturas, entre las contribuciones y adelantos que podrían llamarse tecnológicos, porque consisten en la aplicación de diversas artes y procedimientos, están: el riego artificial, el diseño de aparejos para emplear animales en el trabajo, la producción y utilización del cobre, el empleo del ladrillo, la fabricación del vidrio (3.000–2.000 a.n.e), la escritura cuneiforme sobre tablillas de arcilla (Mesopotamia) o sobre papiro (en Egipto). Este último confeccionado a partir del tallo de la planta denominada Cyperus papyrus.
Los griegos parecen ser los primeros que utilizaron el concepto tecnología, de hecho utilizaban el verbo τεχνολογεω para referirse a la acción de disertar sobre un arte. También empleaban la palabra τεχνολογιa para aludir expresamente a la disertación sobre un arte. Del verbo mencionado deriva a su vez, la palabra técnica τεχνη que significa arte o habilidad.
Continuar con las expresiones técnicas que ha alcanzado el género Homo históricamente, y con los aspectos etimológicos vinculados a dicha evolución, puede ser de interés en tanto reflejan nuestro pasado y nos permiten conocernos mejor en nuestras facetas de Homo faber y de Homo sapiens, respectivamente. Empero, lo que se desea en estas notas, es destacar la importancia de la tecnología en la sociedad, reflexionar sobre los sectores que reciben su influencia y cómo los afecta. Al respecto, en la literatura sobre el tema se observan diversas tesis.
Una de las tesis que frecuentemente se menciona en los estudios relativos a la historia de la tecnología, es aquélla que sostiene que hay un correlato entre tecnología y poderío militar. También se puede expresar así: “a lo largo de la historia hay una fuerte vinculación entre tecnología y poderío militar”.
Dicho planteamiento señala que la evolución histórica de los acontecimientos técnicos, deja de manifiesto que primero se aplican los conocimientos científicos y técnicos en la esfera militar, buscando satisfacer un anhelo de poderío, de dominación de un enemigo real, potencial o imaginario, y luego –después de lograr ciertos triunfos en ese campo- la tecnología parece extenderse al ámbito social en general y a la búsqueda de confort y otros beneficios. Entre los ejemplos que pueden ilustrar esta tesis, elijamos al menos los siguientes:
- Fueron los sumerios los que luego de la domesticación de los animales, usaron la caballería en sus ejércitos y triunfaron sobre sus enemigos.
- Los faraones egipcios, aconsejados por los sacerdotes y escribas, desarrollaron un sistema de canales, zanjas y diques para encauzar el agua durante las crecidas del Nilo. Ellos les permitió distribuir y asegurar el vital elemento en una zona árida. Lo anterior les sirvió doblemente, tanto como apoyo logístico en situaciones bélicas, y como sistema general de irrigación para las siembras en tiempos de paz; con esto se encuentran en una situación mucho más privilegiada que otros pueblos vecinos que no contaban con algo similar.
- La construcción y expansión de caminos en la Roma Imperial permitió la comunicación y movilización inmediata de tropas en caso de conflictos bélicos. Esto fue de fundamental importancia dado el carácter expansionista del Imperio Romano.
- Y desde una perspectiva más contemporánea y tal vez más impactante, recuérdese la bomba atómica arrojada en Hiroschima y Nagasaki, en agosto de 1945, a fines de la segunda guerra mundial. Sólo después que la energía atómica se puso al servicio de un propósito bélico y militarista, la utilización de esta energía comienza a desplazarse a otros campos, v.gr., como generadora de energía eléctrica, como elemento médico, o al servicio de la agroindustria.
Tales ejemplos históricos sólo son una modesta selección, pero deberían bastar para deberían despertar en nuestros estudiantes de ciencias en general, o de física en particular una serie de inquietudes; entre éstas, discutir sobre la supuesta neutralidad de la ciencia, sobre el uso actual de la energía atómica y sobre el rol de los científicos en la dirección de las ciencias.
Otra tesis que es prácticamente clásica en los estudios sobre la ciencia, es la siguiente: “El conocimiento científico y tecnológico es actualmente un instrumento de poder”. Esto significa que la aprehensión cognitiva alcanzada en ciencia y tecnología sirve como un elemento indicador que delimita la ubicación de los países en categorías de desarrollados, en vías de desarrollo y en subdesarrollados. Así, los países que poseen un elevado potencial de aplicaciones tecnológicas, en el plano militar, económico e industrial, estarían en la primera clasificación y sus realizaciones son apetecidas y requeridas por los países más pobres.
Lo característico de esta situación es que la superioridad tecnológica implica una dominación o una posibilidad más o menos efectiva de dominación, porque las potencias cuentan con todos los medios tecnológicos para acceder a la información sobre el quehacer político y económico de los países dependientes. En algunos casos, a las grandes potencias les es posible, incluso, controlar el proceso político y social en algunos países, al entregar por ejemplo, previo compromiso con visos políticos, armas muy evolucionadas y novedosas desde el punto de vista de su alcance o eficacia; así como también al entregar o vender medios de transporte y comunicaciones más sofisticados, a algún grupo o bloque político en especial en un país determinado.
Lo anterior ilustra cómo la tecnología es también poder, en cuanto el o los países que poseen los más altos niveles de desarrollo científico-tecnológico están también en condiciones de dominar o presionar a los más atrasados, por ejemplo, en el campo militar o económico. Es también poder, en cuanto la tecnología de punta significa implícitamente la existencia de una sólida estructura institucional para la ejecución de las tareas de investigación y desarrollo, con grandes capitales en acción, que los países del hemisferio sur no poseen. Por ello cuando alguno de estos países desea traspasar tecnología que considera conveniente para su realidad, los costos son muy altos. La investigación así traspasada cuesta cara.
En la actualidad, los logros alcanzados por la tecnología son tantos, tan diversos y se suceden con una velocidad prodigiosa, que se hace dificultoso, si no imposible, estar al tanto de las aplicaciones inmediatas en algún campo específico. Afortunadamente están las revistas especializadas, los congresos internacionales, programas de intercambio de científicos y la rutina de las instituciones científicas, entre otros medios, que proporcionan las informaciones pertinentes para cada disciplina en particular. Pero me temo que principalmente se divulgan los resultados, lo recientemente descubierto, la aplicación que ya está dando ciertos frutos; en una palabra, el conocimiento nuevo. El problema que se nos plantea por tanto es ¿cómo actualizarnos rápidamente con respecto al conocimiento intermedio que acumulativamente posibilitó tales resultados? Sucede que cuando se comprende ese universo cognitivo de que carecíamos para la obtención del resultado tecnológico de nuestro interés más inmediato, y logramos contar con especialistas propios sobre el tema, ya hay en el hemisferio norte, una o varias olas de nuevos conocimientos y aplicaciones sobre el tópico en cuestión que promovió nuestra ansia de saber o de actualización. De modo que siempre existe un delta para alcanzar la actualización. Superar o disminuir al mínimo posible este delta, es el más grande de los desafíos que presenta la modernidad a nuestros científicos e ingenieros.*
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1. Bunge, Mario: Epistemología, Ed. Ariel, Barcelona, 1985; p.206.
* El autor agradece a la Srta. Daniela Casanova Iturriaga, por algunos aportes para terminar la presente nota.
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