Zenobio Saldivia Maldonado y Jorge Jocelin A.
El estado de nuestro patrimonio cultural, es algo que no siempre ocupa nuestro interés como chilenos relativamente bien informados; sin embargo, es un tópico que nos debe hacer pensar, puesto que todas las formas estatuarias, arquitectónicas, bibliográficas o documentarias en general, que consignan nuestro pasado y nuestra memoria histórica, van silenciosamente perfilando nuestra identidad cultural y nacional. En efecto, dichas expresiones son el reservorio de nuestro derrotero en la tarea de la construcción de la república, y son claros trozos de los esfuerzos de nuestros antepasados por conseguir esa tan esquiva identidad nacional.
Hay loables iniciativas, que se adecuan a las demandas de instantaneidad y de acopio inmediato de información histórica, tales como el sitio en Internet: memoriachilena.cl. Pero eso es en el cyber-espacio, en el mundo virtual que está y no está a la vez, pero en la realidad de nuestras ciudades de concreto y en el cuerpo físico en general del país, no siempre es así. Y en vez de traer a presencia el recuerdo de los actores o de las situaciones que dieron vida a la sociedad chilena, como en el caso del sitio indicado, más bien sucede todo lo contrario; esto es, se va mutilando, borrando y destruyendo éste o aquél monumento, éstos o aquellos libros viejos del siglo XIX, o ésta o aquella fotografía de principios de siglo XX; así, el maltrato de los individuos desatinados, las termitas, el comején, los hongos, la humedad y la polución van tejiendo su nube del olvido.
Es el caso por ejemplo de algunos monumentos que en nuestro país pretenden honrar la memoria del destacado político radical Pedro Aguirre Cerda, quien condujo a la República de Chile entre los años 1938 y 1941. Es tan lamentable el estado de los mismos, que los investigadores que escriben estas notas, hemos creído conveniente dar a conocer esta situación; en especial, luego de conversar con el alcalde de Calle Larga Sr. Francisco Vial Lira; con el Rector del Liceo de Hombres Roberto Humeres Oyaneder, de San Felipe, Sr. Eduardo Herrera; con el Sr. Pedro Aguirre Charlín, exponente de la clase política chilena; con el Señor Luciano Ducó, Presidente de la Sociedad de Historia y Arqueología de Aconcagua y con algunos escritores de la Sociedad de Escritores de Chile, Filial San Felipe. Así por ejemplo, en la Escuela de Pocuro, de la Comuna de Calle Larga, donde cursó estudios primarios Aguirre Cerda, existía en el interior del patio central, un busto de bronce para conmemorar su memoria; pues bien, el mismo fue cortado desde su base y nunca más se supo de dicha reliquia o de los autores de tan torpe acción. Violencia y rapidez para cortar un trozo de la historia política y de la historia del arte nacional, pues cada busto erigido, es también parte del estilo peculiar de nuestros artistas y trasunta su tendencia formativa y las influencias que ha recibido. Ello tiene preocupados a las autoridades regionales mencionadas y a sus asesores educacionales y culturales, y a otros funcionarios encargados de las organizaciones comunitarias de la comuna.
A su vez, en un recorrido por las calles de la ciudad de San Felipe y por la comuna de Calle Larga y los poblados aledaños, tuvimos la oportunidad de estar en lugares tan importantes para nuestra historia como chilenos y como latinoamericanos, como por ejemplo, la Escuela de Pocuro, donde estudió Pedro Aguirre Cerda, el destacado estadista de fines de los años treinta e inicios de los cuarenta, del Siglo XX, de nuestra historia reciente. La casona es un verdadero “cementerio cultural”, si pudiera decirse así, toda vez el techo, el cielo raso y habitaciones completas, están derruidas, o a punto de desmoronarse. Y si las autoridades educacionales o políticas no se ocupan de la misma, ésta se verá muy pronto convertida en escombros, o quizás transformada en una incipiente agroindustria, de esas que abundan por la zona. La misma suerte correrá la casa que recuerda al destacado educador y político argentino, Faustino Sarmiento, que prácticamente está frente a la vieja Escuela de Pocuro. Ésta afortunadamente no está en mal estado, pero si esta olvidada; no existe nada que indique que en dicha calle, vivió durante su estadía en la zona, Faustino Sarmiento, y si es que existe alguna señalización, está rayada por graffitis de jóvenes insensatos que lejos de todo sentimiento patriótico o de respeto cultural, rayan todo lo que se muestre como una muralla limpia. Así, volviendo a la Escuela de Pocuro, fuera de una placa pegada al costado de la casa, no se reconoce nada más que nos haga sentir el peso de la historia.
Lo anterior, sumados a un sinfín de pequeños monolitos y bustos en deplorable estado, como el de Pedro Aguirre Cerda, en la esquina del Liceo de Hombres Roberto Humeres Oyaneder, de San Felipe, que está vergonzosamente rayado por graffitis; son todas expresiones de una práctica de contravalores que contribuyen a olvidar el paso del tiempo, y a poner en peligro nuestros esfuerzos por afiatarnos en la historia como chilenos y como latinoamericanos. Confiamos que el alcalde de San Felipe, Sr. Jaime Amar, con quien hemos conversado en distintas ocasiones por temas culturales y educacionales, pueda revertir la situación. Actos como éstos, apresuran la muerte de un sentimiento por lo nuestro, minan los denuedos por destacar los prohombres nobles y filántropos de nuestro país y jibarizan la magnificencia de la labor de los mismos. Esto se acentúa si nos referimos al estado de nuestros patrimonios culturales y monumentos en general. Situación análoga a la detectada en la ciudad de San Felipe, se observa con frecuencia también en otras importantes ciudades del sur del país, y lo propio, pero con más fuerza aún, se percibe en la ciudad de Santiago: estatuas rayadas, bustos descabezados, casonas antiguas de familias nobles atravesadas por la locomoción colectiva, o piletas de artísticos diseños de principios de siglo veinte, que en verano, por la inmediatez de la búsqueda de soluciones populistas, se transforman en piscinas populares. Ello es la consecuencia directa de un desconocimiento de la memoria histórica y colectiva que arrasa con los espacios públicos y no considera debidamente el respeto y manutención de dichas creaciones culturales y artísticas.
Ante situaciones como las mencionadas, a simple vista el radio de acción del ciudadano común y corriente, es muy reducido y pareciera ser que nos queda sólo una autocrítica, y un análisis histórico y cultural como chilenos. Sin embargo, esperamos que los alcaldes de las comunas mencionadas encuentren pronto los mecanismos de solución. Para Calle Larga, es de esperar que se encuentren los recursos para reconstruir un nuevo busto de Pedro Aguirre Cerda, y que al mismo tiempo se obtengan los medios económicos para las urgentes reparaciones de la casona que lo vio estudiar y modelar su carácter.
Y en lo referente a los monumentos de nuestra capital, es una tarea mayor, pero esperamos que los actuales conductores de la res pública, puedan abocarse a la tarea restauradora. La misma no sólo es un deber como chilenos, sino un imperativo humanista que obliga a los servidores públicos a cautelar el encuentro con nuestro pasado, a velar por las diversas expresiones de nuestra identidad.
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