Conferencia presentada el 7 de Abril del 2005, en el Salón de la Ilustre Municipalidad de Sta. María, San Felipe, para conmemorar los cien años de la condición de maestra de la poetisa.
Por Zenobio Saldivia
Lucía Godoy Alcayaga, nace en Vicuña, en 1889 y es muy curioso y sorprendente que el azar haya hecho coincidir este nacimiento con distintos sucesos vinculados a la educación. Ella es hija de un profesor y de una modista y viene al mundo justo en el año de inauguración del Instituto Pedagógico, en Santiago; entidad que se hará cargo de la formación de los docentes en el país. Por otra parte, poco menos de un año antes, a su vez, se crea la Universidad Católica de Santiago. Por tanto, casi no resulta extraño que Gabriela escriba más tarde poemas como “La maestra rural” o “Decálogo de la maestra”. La infancia de la poetisa transcurre en el marco de un Chile orgulloso y emergente. Lo primero, puesto que en el país aún se percibe el sentimiento del orgullo nacional por el triunfo de la Guerra del Pacífico. Y lo segundo, puesto que el país, en este período, bajo la conducción de José Manuel Balmaceda continúa raudo su desarrollo y su progreso material, en el ámbito de las construcciones, de la creación de escuelas, de las comunicaciones y de la actividad científica. Por ejemplo, la continuación de la extensión de las vías férreas hacia el Sur, la construcción de locomotoras en las maestranzas de Valparaíso, y la preocupación por los caminos, son la tónica del período. Tal vez ilustre muy bien lo anterior, si recordamos que cuando Lucía Godoy tiene dos años, el Presidente Balmaceda inaugura el Viaducto del Malleco, orgullo de la ingeniería decimonónica y que aún está en pié. Chile a fines del Siglo XIX estaba empeñado en ingresar al concierto de las naciones civilizadas para emular a los países de Europa, y esta tónica nacional de apuntar al progreso, rodea la infancia de la futura poetisa.
Lucía Godoy Alcayaga, mas tarde Gabriela Mistral, es una exponente típica de la clase media chilena emergente de las primeras décadas del siglo XX. En efecto, ella principia a trabajar como ayudante de maestra en 1904, a los quince años, en una escuela cercana a La Serena. Esto es relevante, puesto que si lo comparamos con nuestros adolescentes contemporáneos de clase media, éstos a tal edad, ni siquiera saben lo que es el trabajo asalariado. Eran los tiempos en que en el país principian a aparecer las primeras publicaciones feministas, tales como el periódico La Alborada, que representa el sentir de las mujeres costureras y obreras de la época, o el periódico La Palanca, que sale a la luz pública en 1908, y representa el sentir de las diversas mujeres asalariadas. Son las décadas en que la mujer chilena y de otras partes de América, están luchando por la obtención del voto femenino. Y la efervescencia social no sólo afecta a las trabajadoras chilenas, sino que también, mucho más fuerte, por cierto, a los obreros. En efecto, recuérdese por ejemplo en 1907, la matanza obrera acaecida en la Escuela Sta. María de Iquique, bajo la responsabilidad del Presidente de la época: Pedro Montt.
Es también la época en que la idea de instruir a la mujer más allá de la enseñanza básica, que había eclosionado en Chile, en la década del setenta del Siglo XIX, gracias al esfuerzo de los positivistas, está cundiendo recién ahora en los estratos cultos y en la masa crítica del país. Por eso no es extraño que en el propio pueblo de Elqui, el diario local La voz de Elqui, presente artículos referentes a la instrucción de la mujer. Esta oleada cultural la percibe muy bien Gabriela, desde su condición de ayudante de maestra, y justamente por esta razón, participa escribiendo artículos en los periódicos de La Serena y de Vicuña. Así, por ejemplo, a sus diecinueve años, en 1908, el año que nace Salvador Allende, la encontramos escribiendo notas en las cuales aboga por la instrucción de la mujer, e incluso enfatiza que debe ser una educación centrada en los ejes del conocimiento científico, tal como ya lo ha destacado Maza. (1) Lo anterior, nos indica que Gabriela está muy bien informada de los acontecimientos sociales y culturales del país, puesto que desde su región y con la fuerza de su juventud, replica y se inserta en la discusión intelectual que atraviesa el país. ¿Cuantos jóvenes de hoy día escriben artículos en los diarios a los quince o dieciséis años? Ya con este sólo hecho, Gabriela ya nos deja un legado, un mensaje que alude a la importancia de la participación de los jóvenes en los diversos espacios público que existan en su tiempo.
Su temprana entrada al mundo de la discusión intelectual, acontece pues, en estos primeros años del siglo XX, en los cuales el país continúa su anhelo de progreso, con más y más obras relevantes de la ingeniería de su tiempo, como por ejemplo, en 1910, año en que se inaugura el Ferrocarril Trasandino que parte desde la altura de los 835 mts. en que se ubica la ciudad de Los Andes y llega a elevarse hasta los 3200 metros, para atravesar un túnel binacional de 3167 mts. y que fue un orgullo de la ingeniería y de la política de Chile y Argentina de su tiempo, y que lamentablemente hoy está totalmente abandonado.
En 1913, fallece la Sra. Juana Ross de Edwards, benefactora y mujer líder en cuanto al apoyo a los sectores marginados, principalmente de Valparaíso, pero todavía en esta época, dentro de un enfoque paternalista y caritativo. Gabriela, por su parte, ya está en la corriente práctica y más realista para ayudar a los menesterosos; está en la línea de la crítica social, del fomento de las nuevas organizaciones feministas, que aspiran a la inserción efectiva de la mujer en la vida política y pública en general. Justamente, los esfuerzos de esta naturaleza, empiezan a visualizarse en los años veinte.
En efecto, en la década del veinte las mujeres chilenas muestran visos de organizaciones sociales y políticas emergentes; por ejemplo en 1922, se crea el Partido Cívico Femenino. Es el mismo año en que Gabriela ve la publicación de su libro Desolación. Son los años en que el esfuerzo y la constancia de las mujeres chilenas y sus líderes, logran abrir nuevos espacios de representación y de participación en la esfera pública. Dos años más tarde aparece publicado un set de rondas infantiles con el epígrafe de Ternura. Gabriela, está justamente en medio de estas inquietudes de los locos años veinte, en una clara línea de acción que apunta a la inserción del sector femenino a la vida pública. Así, ella continúa en esta etapa, demostrando con su participación internacional en el mundo de las letras y de la res pública, que las mujeres tienen un cerebro inteligente tanto como los hombres, y que el planteamiento contrario, vigente hasta esta década y defendido a ultranza por algunos sectores conservadores y ultra machistas, no tiene sustento. Por eso seguramente, para aquellas personas, la designación de Gabriela como Presidente de una de las secciones de países de América, en la Liga de las Naciones, en 1926, debe haber sido un serio revés. Es una década de efervescencia en que la mujer siente que es una tarea moral y de justicia participar en política y en tareas sociales diversas. Por ello, aparecen más y más entidades que articulan los objetivos mencionados; v. gr.: el Partido Cívico Femenino, los Círculos de Lecturas para señoras, o la Unión Femenina de Chile, en 1928, entre tantas otras. En cuanto a lo económico, hay que recordar que en esta década principia a girar la economía en base a las exportaciones del cobre y con ello quedan atrás, los años de la bonanza del salitre.
Por otra parte, en el campo político nacional, en 1925, se establecen elecciones populares directas, por mayoría absoluta, y en el caso de que ello no fuere así, el Congreso estaba autorizado para elegir al Presidente de la República. Antiguamente las elecciones presidenciales eran indirectas. Y por tanto, esta nueva realidad política y normativa, es un estímulo más para la organización de las féminas chilenas por la obtención del voto femenino. Gabriela defiende esta postura abiertamente.
Una faceta poco conocida de Gabriela es su participación y/o eventual contacto con los exponentes de la Orden de los Maestros Misioneros, en México; ella viaja a este país en 1922, y al parecer, conoce a algunos personeros de la mencionada cofradía internacional, que se caracteriza por atribuir los males del mundo a la mediocridad profesional y a las debilidades de los sistemas de enseñanza, que no tienen los instrumentos ni los medios para atender a los estudiantes con los criterios de cortesía y de adultez. Ello no es un dato menor, pues en América toda, en la década del veinte del siglo pasado, la educación consideraba a los alumnos, como entes a los cuales hay que castigar duramente, y la cortesía y el respeto a la seriedad de una madurez interior del alumno, prácticamente no existía. Pues bien, Gabriela pensaba con otros autores vinculados a esta hermandad, que el camino correcto para el crecimiento individual, era la instrucción masiva, la cortesía y el trato amable y serio. (2) En el plano del desarrollo tecnológico nacional, es conveniente tener presente, por otra parte, que justo en este mismo año 1922, se realiza la primera transmisión radial, de corte experimental en la U. de Chile, en Santiago, la cual es recepcionada y mostrada al público curioso en general en las oficinas del diario El Mercurio.
Gabriela, como intelectual, es capaz de pensar la situación de las mujeres chilenas y su espíritu crítico se va enriqueciendo con sus numerosos viajes que le abren nuevos horizontes; esto, en una época en la cual el hecho de salir de las fronteras de la república, era primero algo muy poco usual para los chilenos y mucho menos frecuente para las mujeres. Pero ella además de viajar, dicta conferencias, interactúa con los intelectuales de América y algunos exponentes de la clase política chilena, como por ejemplo con Pedro Aguirre Cerda, con quien comparte una larga y hermosa amistad, probablemente a partir de 1918, cuando el político radical, en su condición de Ministro de Educación Pública, la nombra directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas, y que continúa hasta el fallecimiento de Aguirre Cerda, en 1941. Por eso ambos se dedican mutuamente sus obras; v. gr. Gabriela Mistral, le dedica Desolación a los esposos Aguirre Cerda, y el destacado político le dedica el sesudo y voluminoso ensayo: El problema Agrario. También, en su condición de mujer intelectual, Gabriela, en los albores de la 2da Guerra Mundial expresa públicamente su posición política antifascista. Era una excepción, un modelo, un ícono viviente para las mujeres chilenas que tenían inquietudes intelectuales. Así, viaja a México, en 1922. A EE.UU. en 1924 y nuevamente en 1930. Más tarde a España, Brasil, Uruguay, Argentina, Suiza, Italia; en 1936 la encontramos en Guatemala y luego en Pto. Rico, en Cuba y por cierto, en Suecia en 1945. Tal vez, por esto, algunos autores, como por ejemplo José Piñera, la tildan de “poetisa errante”. (3) En efecto, es en parte una poetisa caminante, una poetisa lectora que observa la sociedad chilena y americana y detecta sus falencias sociales y sus debilidades. No en balde, sus poemas hablan con delicadeza de la pobreza y de las carencias de su tiempo; v. gr. versos tales como “piecesitos de niño, azulosos de frío, ¿cómo os ven y no os cubren, Dios mío?”, ilustran muy bien este aspecto. Por lo demás, debemos tener presente que el hábito de usar zapatos en Chile y en los países de América, en las primeras décadas del Siglo XX, era algo asociado a los días de fiesta y algo exclusivo de las élites y de la aristocracia, puesto que los campesinos y los obreros y sus hijos, sólo utilizaban el calzado en las grandes ocasiones, tales como casamientos, bautizos, fiestas y otros. El resto de los días o andaban descalzos o usaban ojotas.
Al parecer, durante su estadía en México, algunos intelectuales conservadores en Chile, empezaron a señalar que la poetisa no hacía nada en el país y que simplemente pasaba viajando con cargo al erario nacional. Ella, en una carta personal dirigida a su fiel amigo Pedro Aguirre Cerda, acota que al estar fuera del país, puede hacer mucho bien a la nación utilizando “los dos medios únicos de propaganda efectiva: las escuelas y la prensa”. (4) Con tal afirmación, deja en claro una verdad y expresa su convicción de que también es posible servir a la patria, como embajadora cultural, como intelectual crítico, desde el exterior.
Gabriela es una fiel exponente del sentir de su tiempo, de las percepciones e inquietudes sociales y humanitarias del siglo XX; en especial de la evolución política de las mujeres chilenas y de los extremismos y del dolor que nos van expresando las acciones de las dos Guerras Mundiales y la Guerra Civil Española. Estos agitados años treinta, la década en que en el país se escuchan tangos como “Volver”, “Cambalache”, “Caminito” y otros, corresponde a un hito histórico que ve emerger nuevas entidades de fortalecimiento de la organización de las féminas chilenas; tales como la Asociación de Mujeres Universitarias (1931) o el Comité Nacional pro Derechos de la Mujer (1933); (5) dicho período trae también novedades para Gabriela, como por ejemplo la publicación de su libro Tala, en 1938, en Buenos Aires; pero ella no está contenta, pues la muerte está a su alrededor, está en la época y en el sufrimiento de esos miles de seres humanos, y por lo tanto, la poetisa se siente acosa en su delicada sensibilidad. Son cuatro años de la Gran Guerra en Europa y seis de la 2da Guerra Mundial que le toca vivir. Ella recibe el impacto de las muertes y de las aberraciones ocasionadas por estas conflagraciones en Europa, y del dolor de una España que se debate entre el franquismo y los republicanos, desde 1936 a 1939. Otros tres años más de noticias de muerte y destrucción y de abusos del franquismo, que pesan en su psiquis de poetisa. Y esta última confrontación, debe haber sido más dolorosa para ella, puesto que había conoció en España a algunos republicanos, de la cual guarda recuerdos y sentimientos de amistad; justamente también allí en Madrid, había compartido con Neruda, aunque ya antes lo había conocido en Temuco, en 1920. Pero el acoso de la muerte y del dolor no termina allí, pues luego vendrán el suicidio en Brasil, de su amigo judío austríaco Stefan Zweig y de su señora. Y más tarde, en 1943, su sobrino e hijo adoptivo Yin Yin, hace lo propio. Cuanto dolor para una sola mujer.
En 1940, viaja a la ciudad de Niteroi en Brasil, para sumir como Cónsul chileno, y al mismo tiempo se encuentra realizando los preparativos para una antología suya que debe aparecer en Francia. En Chile, por su parte, el Gobierno está preocupado por cautelar la soberanía antártica y por ello, dicta el Decreto Supremo N° 1.747, que expresa: “Forman la Antártica Chilena o Territorio Chileno Antártico, todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares (pack-Ice), y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existentes dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53° longitud Oeste de Greenwich y 90° longitud Oeste de Greenwich …” Dicho decreto tuvo sus repercusiones, tales como la nota de reserva de derechos que presentó el gobierno del Japón con fecha 13 de noviembre de 1940. Por tanto, Chile está en el centro de la mira de los países que concitan la atención mundial, por sus avatares bélicos, o por sus aprontes para ello. Es en este marco donde Gabriela se desenvuelve representando al Gobierno de la época.
En 1951, recibe el Premio Nacional de Literatura, en un marco cultural extraño, que se presta a interpretaciones dudosas, puesto que se está homenajeando a una mujer que ya seis años antes había sido reconocida por todo el mundo con el Premio Nóbel de Literatura. Pero, el Chile machista y conservador que se negaba a reconocer sus méritos ahora la recibe en otro plano. En efecto, dos años antes, en 1949 el entonces Presidente Gabriel González Videla había firmado la ley que concedía el voto político a la mujer. Esto, para Gabriela, era parte de un sueño acariciado largamente y obnubila en su conciencia libertaria y crítica, la maledicencia y los ribetes del tardío reconocimiento nacional. Son años de preocupación política y de reorganización del sistema de salud en el país, por eso no es extraño que 1952, se cree el Servicio Nacional de Salud, lo cual será muy significativo porque contribuye por tanto, a bajar las altas tasas de mortalidad infantil del período. Dos años después, aparece en Chile, su libro Lagar.
Y en 1957, nuevamente el dolor, esta vez el dolor físico, se ensaña con ella y padece una prolongada enfermedad que la conduce a la muerte en la ciudad de Nueva York. Ante el deceso, los representantes de las Naciones Unidas, al saber la noticia, interrumpen la sesión y le rinden un homenaje. Lo propio hace el gobierno chileno que decreta duelo nacional de tres días.
Notas ________
1. Cf. Maza S., Ana María: “Gabriela Mistral: a cien años como maestra rural”, Rev. de Educación, Stgo., Nov. 2004, p. 58.
2. Cf. Dante, Waldemar: Breve noticia de los maestros revolucionarios de México y Gabriela Mistral.: http://www.escritores.cl
3. Cf. http://www.josepinera.com/pag/pag_tex_pinerabernardino.htm
4. Tagle D., Matías: “Gabriela Mistral y Pedro Aguirre Cerda a través de su correspondencia privada. 1919-1941”, Rev. Historia, Stgo., Vol. 35, 2000.
5. Cf. Pardo, Adolfo: Historia de la mujer en Chile. La conquista de los derechos políticos. 1900.1952; Stgo., 1995; www.crítica.cl
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