Zenobio Saldivia M., UTEM. Stgo., Chile, y Maryorie Maya G., U. de Antioquia, Medellin, Colombia.  

Sus primeros años  

Jean Baptiste Boussingault nació en París, en la calle de La Parcheminerie, una de las más pobres de la metrópolis, el 2 de febrero de 1802. Le tocó crecer y afianzarse en el mundo en un período de mucha efervescencia política. Por estos años, Francia se encontraba subsumida en los avatares pos revolucionarios y las actividades propias de la consolidación de Napoleón en el poder, primero como Cónsul vitalicio (1802) y luego como Emperador (1804); luego decidió invadir Inglaterra el mismo año; más tarde España se sublevó contra las tropas francesas (1808).[1] Era una época de guerras por doquier y donde todo el mundo estaba en la ruina. El padre de Jean Baptiste Boussingault, era un antiguo militar francés casado con una joven alemana, poseía una pequeña tienda de tabaco surtida con algo de miscelánea. La niñez de Jean Baptiste Boussingault, por tanto, transcurrió en un período político muy complejo y cambiante: entre El Consulado, El Imperio, las Guerras Napoleónicas y la Restauración.[2] 

Su formación

Sus primeros estudios básicos los realizó con una señora que enseñaba a leer a los párvulos de su barrio, entre los años 1806 y 1807, como el mismo Boussingault lo relató más tarde en sus Memorias. Luego estudió en el Liceo Imperial Louis-le-Grand. Más tarde, ya en los años veinte del Siglo del Progreso, en relación a su educación superior, el joven Boussingault consiguió tomar los cursos libres de química con Thénard, los de física con Lefebvre y Gay Lussac, los de botánica con Cuvier y los de mineralogía con el abate Hauy. En ésta época, hacían furor en París los cursos libres dictados por los sabios ilustres.  Su madre le compró los cuatro tomos de la Química de Thénard y su padre pensaba que su hijo llegaría a ser un gran farmaceuta militar. Posteriormente ingresó a la Escuela Práctica de Mineros de Saint-Etienne; dicha localidad correspondía a un pequeño pueblo minero situado cerca de Lyon. Boussingault, además de estudiar química, física y matemáticas; se interesó también por la metalurgia, la geología, la mecánica y la geometría subterránea. Uno de sus profesores, Le Boulanguer, lo inició en el análisis de muestras metálicas.[3] 

La formación en esta escuela, incluía una intensa actividad de campo: visitas a fundiciones y minas cercanas, exploraciones de cuevas, experimentos de laboratorio, trabajos subterráneos y largas caminatas.  En la Escuela de Saint-Etienne, el joven Boussingault realizó un experimento para combinar platino y carbón. El experimento requería temperaturas extremas y la chimenea se caldeó de tal forma que prendió fuego a la madera del techo y el incendio se extendió hasta la biblioteca. El desastre fue conjurado a tiempo, pero aquello le permitió a Boussingault, descubrir la presencia de silicio en el platino; era algo nuevo, pues a la fecha no había noticias de ello en los Anales de la química. Repitió una y otra vez el experimento confirmando así su descubrimiento. Cuando estaba totalmente seguro, redactó una memoria y la presentó como un examen final.  Fue su primer trabajo científico, a los 18 años. Luego, los estudios de minería y metalurgia se prolongaron por dos años más.[4] De esta manera, Boussingault recibió una amplia educación en ciencias naturales, minería y química; tales  estudios le permitieron graduarse en dicha escuela como Ingeniero.[5] 

Su vida en América 

A pesar de lo convulsionado que estaban en ese momento los territorios americanos, debido a las guerras de independencia; éstas a su vez generaron en América, la necesidad de recabar un adecuado conocimiento sobre los territorios reconquistados. Simón Bolívar tampoco fue ajeno a ello, y por eso dispuso de inmediato que Francisco Antonio Zea, uno de los más ilustres exponentes del mundo político, militar y científico que lo rodeaba, abandonara la dirección del periódico el Correo del Orinoco y se dirigiera al Viejo Mundo. Lo anterior, perseguía llevar a cabo la tarea de gestionar un empréstito que permitiera a los patriotas la continuación de la guerra, y a su vez, contratar exponentes para una misión científica que viniera a establecer en Santafé de Bogotá, una Escuela de Minas.[6] 

Con esta tarea en mente, Francisco Antonio Zea viajó a Francia con el título de “Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario”, con el propósito de “…reunir un grupo de hombres capacitados que viajaran a Colombia, para fundar allí un establecimiento dedicado al estudio de las ciencias naturales”.[7]  Para ello se contactó en los primeros días de mayo de 1822, con el barón de Cuvier, el ilustre sabio francés, para que le  sirviera de intermediario ante los directivos del Museo de Historia Natural y los de la Academia de Ciencias de París.  Los trámites debían cumplirse en absoluto sigilo. Tras la caída definitiva de Napoleón, los Borbones fueron restituidos en Francia, y el gobierno de Luis XVIII se mostró totalmente adverso a la causa de los patriotas americanos. Por ello, la policía secreta efectuaba batidas en los puertos y apresaba a los sospechosos que querían unirse a las legiones extranjeras que peleaban al lado de Simón Bolívar y de José de San Martín.[8] 

En este delicado contexto, un prestigioso grupo de sabios convocado por Cuvier, se encargó de adelantar los contactos y de elegir los posibles candidatos que podrían viajar a América. Dichos sabios eran: Laplace, Arago, Gay Lussac, Poisson, Biot y Alejandro de Humboldt, quien por entonces residía en París. Estos miembros de la comisión, exigieron que los aspirantes debían ser jóvenes, solteros y muy bien preparados. La contratación incluía 7000 francos de sueldo, un grado en el cuerpo de ingenieros del Ejército Libertador, transporte en un barco de guerra y un contrato por cuatro años de trabajo. Uno de estos científicos interesados en venir a lo que hoy es Colombia, fue el peruano Mariano de Rivero, ingeniero de minas y química y graduado en la Escuela de Minas de París. Los demás fueron franceses, a saber: Deseado Francisco Ruolin, médico y fisiólogo; Jacques Bourdon, entomólogo y cirujano militar; Joustine Marie Goudot, botánico y preparador de Historia Natural; y finalmente Jean Baptiste Boussingault, químico e ingeniero en minas de la Escuela de Saint-Etienne.[9] 

Así, los primeros integrantes de la  denominada “Misión Zea”, arribaron al puerto de la Guaira, en la actual Venezuela, en 1822. Ruolin y su familia, Goudot y Bourdon, continuaron por el río Magdalena hasta Santafé de Bogotá y durante el viaje capturaron en estas aguas, algunos peces para las colecciones de la futura escuela. Boussingault llegó a Santafé de Bogotá en 1823, pues antes se había dirigido a Caracas, dado que la primera misión de este último, consistía en realizar un perfil barométrico de todas las alturas entre aquella ciudad y luego también de Santafé de Bogotá, la capital de la Nueva Granada.[10] 

Cuando Jean Baptiste Boussingault salió de Francia, a la edad de veinte años, no pensaba en absoluto que su permanencia en el extranjero se prolongaría por más de 10 años; período que le permitió por otra parte, acopiar una inmensa cantidad de descripciones y de observaciones sobre la naturaleza de Colombia y de Venezuela. Durante su recorrido por América Meridional, trabó relaciones con distintos científicos; visitó el Ecuador y las provincias de Venezuela, así como también recorrió las regiones ubicadas entre Cartagena y la desembocadura del Orinoco, desconocidas a la fecha; por último, en medio de la insurrección general de las colonias españolas, se unió al Estado Mayor de Bolívar con el grado de teniente coronel.  De este modo y ya como un miembro más del Ejército Libertador, Boussingault tomó parte en numerosos combates junto a Bolívar, del que era uno de los oficiales más abnegados y de confianza; v. gr. en el saqueo de un pueblo que realizó el Ejército de Bolívar, asumió como el encargado oficial para proteger un convento de monjas. Lugar en el cual aprovechó de instalarse por algún tiempo.[11] 

A su llegada a Caracas, Boussingault y Rivero, percibieron a esta ciudad como un lugar muy bombardeado, aislado  y solitario. Algo de eso estaba latente pues diez años atrás, en 1812, un terremoto la había arrasado por completo. Otros centros como La Guaira, San Felipe, Barquisimeto y Mérida, habían quedado igualmente reducidos a escombros. En cambio, los pueblos de Coro, Maracaibo, Valencia  y Angostura no habían sufrido daños. Sin que nadie se lo pidiera, Boussingault convirtió el terremoto de 1812 en un objeto de estudio personal -como uno de sus problemas científicos más inmediatos-. Así, su principal inquietud al respecto, apuntaba a responder a la pregunta ¿Por qué unos pueblos habían sido destruidos por la fuerza telúrica y otros no? Esto fue un acicate para su mente de científico y lo motivó a nuevas investigaciones. Por ello, decidió recorrer los alrededores de Caracas para estudiar los suelos de la región. Igual cosa realizó en las otras ciudades y con ello se va desplazando por toda Venezuela.[12] Sus trabajos geológicos finalmente le ofrecieron poco a poco un indicio científico: las ciudades donde los temblores habían causado grandes estragos, habían sido construidas fundamentalmente sobre terrenos cristalinos, granitos y traquitas; en cambio, los poblados que sufrieron poco o ningún daño estaban construidos sobre terrenos formados por rocas sedimentarias: arenisca, calcáreas y aluvión. Muy probablemente entonces, el choque subterráneo del terremoto, se propagó con gran intensidad en la roca cristalina, pero resultó atenuado por las rocas arenáceas y los depósitos de aluvión del subsuelo, que se encontraban superpuestos en capas.[13] 

A este respecto, Boussingault comentó: “Un hecho es el de la rareza de los temblores en ciertas condiciones geológicas. Hay rocas en las que la propagación de una onda es difícil, donde el terreno hace puente. Basta que una capa salga a la superficie del suelo para que las sacudidas en ella sean raras y casi sin efectos visibles. Es lo que he observado en las riberas del Meta, Casanare, del Apure, en las misiones del Orinoco. Cuando el temblor de 1812, en Caracas que se sufrió hasta en la Nueva Granada, no hubo en esos parajes más que ondulaciones muy suaves”.[14] 

Una de las cosas que llamó mucho la atención de Boussingault, y que lo asombró, fue el hecho de que las mujeres venezolanas fumaran largos cigarros; así, cierto día, la esposa del general Páez lo sorprendió dándole a probar un pellizco de tabaco de mascar. Boussingault encontró el bocado terrible, entre otras cosas, debido a que tenía un gusto picante derivado de una sustancia extraña que llamaban urao, y que era extraída del fondo de una pequeña laguna, en la provincia de Mérida. A su paso por allí se las arregló para que unos indios sacaran de sus aguas dos extraños compuestos minerales. Los estudió con detenimiento y concluyó que éstos no figuraban aun en los catálogos de mineralogía, cuyos contenidos se sabía de memoria. El urao resultó así, ser un sesquicarbonato de soda.[15] Y el otro mineral, al que los indios daban el nombre de clavo, con apariencia de agudos cristales; prismáticos, trasparentes e irregulares, cuya característica es que rayan la cal sulfatada; era en rigor, un carbonato doble de cal y de sosa, análogo a la dolomia que recibió el nombre de Gay-Lucita por haber sido dedicada al sabio físico y químico  Gay-Lussac.[16] 

Por tanto, Boussingault a solo unos meses de su estadía en América, ya había descubierto dos nuevas sustancias minerales nativas. Con los años llegaría a convertirse en un experto analista de sustancias químicas muy complejas. El mundo científico le reconocerá más tarde este mérito, poniendo su nombre al sulfato doble hexahidratado de magnesio y amonio, que se conoce hoy como la boussingaultita.[17] 

Posteriormente, pero ya en territorio de la Nueva Granada, hizo otro descubrimiento con respecto a otro mineral: la blenda negra de Marmato; dicho mineral Boussingault lo había encontrado  en las minas de este mismo nombre. Esta materia negra de estructura lamelar, presentaba todos los caracteres físicos y químicos de la blenda negra ordinaria; pero al analizarla y examinarla con atención, dejó de manifiesto una composición bastante diferente y suficiente para constituir una especie mineral nueva que recibió el nombre de marmatila. Esta blenda no es solo un sulfuro de zinc sino un doble sulfuro de zinc y de protosulfuro de fierro.[18] 

El trabajo de Boussingault en Venezuela, no solo se centró en el descubrimiento de nuevos minerales como la Gay-lussita y el urao.  También realizó estudios en diversas fuentes termales, además de numerosas observaciones barométricas y botánicas.[19] 

Dentro los trabajos botánicos realizados por este oficial, recordemos  al menos, el estudio de un espécimen singular conocido como el árbol de la leche, al que Boussingault lo llamó el árbol nodriza, porque consideraba que esta planta milagrosa podía aliviar en parte a las mujeres de los penosos deberes de la maternidad porque podría encargarse de nutrir a sus hijos. Humboldt había bebido antes de este jugo, en la hacienda de Bárbula, situada en la cordillera litoral de Venezuela. Por eso, uno de los encargos que le había hecho Humboldt a Boussingault antes de que éste partiera a América, era el de averiguar la composición del árbol nodriza,[20] y enviarle la flor del árbol que la produce, el cual crecía con abundancia en la montaña que dominan Periquito, pueblo situado al noroeste de Maracay. Boussingault procedió en su momento a cumplir el pedido de Humboldt y sometió al análisis, dicha sustancia, llegando a la conclusión de que la leche vegetal aunque poseía las mismas propiedades físicas que la leche de vaca y tenía el mismo sabor, a pesar de ser más viscosa; tenía una composición química diferente. Estaba compuesta de: cera, fibrina, un poco de azúcar, sal de magnesia y fosfato de cal.  A la fibrina entonces, debía sus propiedades nutritivas el  árbol nodriza.[21] 

Otra de las actividades que realizó en Venezuela y de la que aún se tiene poca información, son sus trabajos de espeleología. A pesar de la pródiga obra de Boussingault, que incluye más de 200 publicaciones científicas, nunca mencionó en ellas nada sobre las cuevas de Venezuela. Las únicas descripciones espeleológicas aparecieron después de su muerte en sus Memorias.  Aquí, hace referencia a la visita del 19 de febrero de 1823 en los Morros de San Juan, Estado Guárico. Y la otra, en Valencia, en el  Estado de Carabobo.  De la primera se lamenta de que Humboldt  a pesar de que conocía muy bien la Villa de Cura, a San Juan y a los Morros, se le haya pasado por alto tan notable fenómeno geológico como son sus inmensas cavernas. Con respecto a la cueva ubicada cerca de Valencia, Boussingault tuvo la ocasión de examinar “una gruta formada en el calcáreo granoso intercalado en el gneis. Como quiera que sea esta toba o este calcáreo modificado, al reflejar intensamente los rayos solares, contribuye al calor excesivo, a la sequedad y  a la aridez de la llanura”.[22] 

Su paso por Colombia y sus aportes científicos 

Además de Venezuela, Boussingualt recorrió una buena parte de lo que hoy se conoce como Colombia y Ecuador. Así, realizó en 1824 una expedición a los llanos del Meta; recorrió la cordillera central y oriental, el Valle del  Cauca, las Minas de oro de la vega de Supía y de la provincia de Antioquia; luego pasó de la cordillera central por el Quindío, donde realizó estudios de la cera de la palma del mismo nombre  y se internó en la región aurífera y platinífera del Chocó. En su deseo de realizar estudios sobre la región volcánica, emprendió el ascenso a distintos volcanes a los cuales les va calculando su respectiva altura; por ejemplo, entre éstos al volcán Puracé, asignándole 4700 m., al de Pasto, 4266 m., y al Cumbal 4764 m.[23] Luego visitó las localidades de Popayán y Pasto; en esta última permaneció por algún tiempo para luego dirigirse al Ecuador y enfrentar el ascenso a los volcanes de Pichincha, Antisana -y al igual que Humboldt- también el Chimborazo, en el Ecuador en el año de 1831.[24] 

Quizás una de sus mayores actividades en la Nueva Granada, fue su énfasis por la minería, y esto seguramente, se debió en parte al fracaso del proyecto de la Escuela de Minas. En todo caso, Boussingualt alcanzó a hacer algunas clases de mineralogía en dicha institución, antes del inicio de sus expediciones mineras en Antioquia que acontecieron en 1825.[25] Las guerras habían dejado al erario público de la joven Gran República en ruinas, por ello las autoridades políticas de este período decidieron la cancelación del contrato de los cinco científicos seleccionados y el cierre de la Escuela de Minas. Boussingault en este contexto, resultó el más afortunado del grupo, pues sus conocimientos de minería eran muy apetecidos y diversos establecimientos del país vinculados a este rubro, habían comenzado a requerir de sus servicios. V. gr. los dueños o -ejecutivos- como diríamos hoy, de las minas de la Montuosa Baja, en Pamplona; de las de Santa Ana, en Mariquita; de las del Sapo, en Ibagué; y las de Antioquia y Chocó, aceptaron cubrir todos los gastos de correría de Boussingault, a cambio de que los visitara y les diera sus consejos y asesorías. La medida también favoreció al negro Johnston, su ayudante de campo.[26] Con ello, el problema de la manutención de este científico y su ayudante, quedó resuelto y pudo dedicarse a nuevas exploraciones. 

En estas exploraciones por el país, llegó a las minas de Marmato, recién adquiridas por una compañía inglesa. Los empresarios querían saber su opinión sobre la riqueza de tales yacimientos, y por ello Boussingault trabajó aquí varios meses. Tras muchos cálculos e inspecciones, llegó a la conclusión de que los yacimientos de Marmato rendirían más utilidad, en la medida que se aumentara la mano de obra y se incorporaran algunas mejoras técnicas. Boussingault introdujo entonces los molinos de pistón y de arrastre, pero éstos sólo eran útiles en la medida en que se dispusiera de una mayor cantidad de material extraído de los socavones. Para aumentar la mano de obra e incrementar así el material extraído de los túneles, los ingleses trataron entonces, de seducir a los indios Chamíes para trabajar en estas minas; pero éstos, si bien llegaban en sus correrías hasta allí, vivían libres y los máximos trabajos  que aceptaban era cargar pesos pequeños sobre sus hombros.  

Los empresarios mineros entonces, decidieron traer al país, a unos cientos de obreros ingleses, para ocuparse en los trabajos de laboreo, pero lamentablemente éstos fueron minados por la malaria y la disentería. Por ello recurrieron luego, a los negros esclavos, pero a medida que éstos iban llegando, los problemas de abastecimiento y logísticos en general, se multiplicaban. Boussingault en este contexto, estimó que mientras las minas no sean autosuficientes, ensanchar las explotaciones resultaría un error. Al parecer, esta situación lo motivó a bajar a la orilla del Cauca, al frente de una cuadrilla de macheteros, donde se empeñó en hacer roces para combatir el monte y preparar terrenos para la siembra. En efecto, aquí sembró yuca, arracacha, maíz y banano.[27]

Por otro lado, cuando se piensa en los aportes científicos de este oficial en Colombia, es imposible no mencionar sus obras tales como: Viajes a los Andes Ecuatoriales. Colección de Memorias sobre Física, Química e Historia Natural. Nueva Granada, Ecuador y Venezuela (1849), puesto que aquí encontramos diversas descripciones sobre los ríos, montes, minas y pueblos de Colombia; así como también datos estadísticos de su población y la determinación de las coordenadas geográficas de los pueblos y ciudades de Colombia. También aquí se observan algunas menciones sobre diversos especímenes del mundo biótico de la Colombia de su tiempo. Uno de sus estudios en este sentido, hacía referencia al jugo de un árbol que los nativos denominaban “ajuapar” y que utilizaban como un complemento más de sus artes de pesca; finalmente determinó que correspondía a lo que Linneo había tipificado como uva crepitans. Luego en el laboratorio, Boussingault estableció  que la composición química de la misma correspondía a: albúmina, aceite volátil cáustico, alcalí vegetal, nitrato de potasio y otras sustancias salinas.[28] Y en las cercanías de Santafé de Bogotá describió a algunos tipos de sauces, salix humboldtiana y otros y a algunas flores del tipo pasifloras y a plantas hiérbaceas como las daturas.[29]

En cuanto a insectos, dípteros, culex u otros, menciona a algunos tipos de zancudos, tales como el culex cyanopteras de vientre azulado y de gran tamaño, también menciona a otros más pequeños tales como el “jején”.[30] 

Su mirada sobre algunas regiones de Colombia 

En relación a algunas ciudades o poblados específicamente de la región de Antioquia, o Abejorral, entre otros lugares, Boussingault describió las localidades de Rionegro, Envigado, Titiribí, Buriticá y Medellín, entre otras. Además, dio cuenta de algunos ríos del sector e incluso determinó las características químicas de la sal que consumían los habitantes de los pueblos y lugarejos de la región.  V. gr. en relación a algunos puntos geográficos visitados en la región de Antioquia, acota que recorrió Medellín, que subió el Alto de San Ignacio atribuyéndole una altura de 2.730 m., y señala además que la ciudad de Envigado se encuentra a 1.568 m. y que habían 16º de temperatura.[31] 

Y en cuanto a la localidad de Rionegro, señala: “En Rionegro que tiene una población de 12.000 habitantes, hallamos los recursos de que habíamos estado privados durante tres meses en el distrito de La Vega.”[32] Luego agrega: “Rionegro según una altura meridiana del sol, se halla entre 6º,13’ y 1º,16’ al O. del meridiano de Bogotá. La altura es de 2115 metros en la Plaza mayor; la temperatura media 17º, durante la estación lluviosa; la inclinación de la aguja imanada es de 28º,12’.”[33] Y en cuanto a Envigado señala que está ubicado a una altura de 1.568 m. y que su temperatura, a la fecha de su visita, es de 16º. Y en cuanto al pueblo de Titiribí, hace constar que: “La altura media del lugar es de 1.569 m., y que la temperatura media es alrededor de 23º.”[34] Y en relación a Medellín acota: “Medellín es una ciudad encantadora, que se halla cerca de un río que atraviesa una llanura muy cultivada. Su altura es de 1.547 mts. Durante mi permanencia la temperatura fue de 22º,4 el higrómetro se mantuvo allí a 70º y 80º y solo una vez lo vi marcar una sequedad excepcional: 30º”.[35]

También da cuenta del pueblo de Ubaté, y su ubicación a 2.562 metros de altura entre dos lagos que hace décadas atrás, formaban uno solo. Y enfatiza en observaciones sociológicas de los habitantes de estos lugares en que señalan que hace años viene bajando las aguas.[36] 

Desde la perspectiva geológica, a su vez, destaca que en lo que hoy es Colombia, los terrenos de la planicie de Santafé de Bogotá, son de hulla constituidos en mantos inclinados, comenzando en Pancho y Zipaquirá, extendiéndose hasta Canoas por el Sur y hasta los Lanches por el Oriente, lo que a su juicio implica una riqueza considerable para eventuales tareas de industrialización.[37] Y en este mismo sentido deja muy en claro que los ricos pórfidos metalíferos de la Vega de Supia y de Antioquia que acompañan las piritas auríferas que corresponden a las minas de Marmato o que las vegas del Magdalena, del Sapo, de Ibague, Santana y otras, no existirían si no estuvieran sobre esos pórfidos o rocas eruptivas del período intermedio en las que éstas descansan.[38] 

Recuérdese también que desde el punto cartográfico e hidrográfico, Boussingault, en conjunto con Rivero y Roulin, recorrieron los llanos del Meta, y levantaron una carta del río homónimo, identificando además la desembocadura del mismo, en el Orinoco.[39] 

Ahora bien, el plano mineralógico, tal como hemos vendo señalando, es el ámbito cognitivo teórico-práctico donde Boussingault realizó sus mayores contribuciones científicas para Colombia;[40] tanto por la clasificación, ubicación geográfica y determinación de la altura de las minas, cuanto por las descripciones y explicitaciones técnicas de los distintos filones en que le tocó visitar y/o trabajar, como por los estudios y sugerencias técnicas para mejoras en los métodos de amalgamación, aplicaciones y nuevos procedimientos para incrementar la producción de oro y de plata. 

Su Regreso a París 

Boussingault se encontraba en el distrito de las minas de oro de la Vega de Supia, cuando se enteró de la muerte de Simón Bolívar acaecida en diciembre de 1830. El estado caótico de la situación económica y política, producto de la desintegración de la Gran Colombia, lo desilusionó profundamente y decidió volver a Francia.[41] Así, poco después, en 1833,  arribó a su país  y de inmediato fue nombrado profesor de Química en la Facultad de Ciencias de Lyon, en la que asumió como decano poco tiempo después.  En 1839 es llamado por la Academia de Ciencias y por ello se encaminó a París donde asumió luego como profesor del Conservatorio de Artes y Oficios. Años después, en la Asamblea Constituyente, en 1848, lo encontramos representando a la provincia del Bajo Rhin. Enseguida  tomó un puesto entre los republicanos moderados y llegó a ser, por elección, miembro del Consejo de Estado. La política al parecer no lo sedujo totalmente y el 2 de Diciembre del mismo año, salió del Consejo y renunció para siempre a la vida política, dedicándose desde entonces exclusivamente a la ciencia. En 1876 recibió un nuevo reconocimiento: es promovido a Gran  Oficial de la Legión de Honor. 

En relación a trabajos colegiados, recuérdese que ejecutó con J. B. Dumas los memorables experimentos sobre la composición del aire atmosférico.[42]   Al final de su carrera, Boussingault se ocupó mucho de la metalurgia, sus análisis de muestras de hierro y acero han prestado servicios señalados a una de las ramas capitales de las aplicaciones de la química. Nuestro eminente profesor cesó su curso de Artes y Oficios en 1873, siendo reemplazado por M. Schloesing y desde entonces vivió retirado de la academia,[43] pero no del estudio. 

El número de trabajos y memorias de Boussingault es considerable.  Por muchos años fue uno de los redactores de  las actas de la Academia de Ciencias de París y de los Anales de Física y Química.  Su Tratado de la Economía Rural es una obra clásica que puede considerarse como uno de los más significativos momentos de la agricultura científica francesa.  Boussingault por la seguridad de su método y la perspicacia de su mente, merece ser llamado el padre de la Economía rural y creador de la Agronomía en Colombia.[44] 

Boussingault y su acercamiento a la Agricultura 

El encuentro con aquella maravillosa colección de plantas en América le abrió la puerta a la faceta más creativa de su vida. Así, desde 1836 y ya de regreso en  Francia, Boussingault se dedicó al estudio de la fisiología vegetal. Esto fue el paso previo para la aparición del gran agrónomo, el que ya en 1839, principió a entregar a la comunidad científica sus investigaciones químicas sobre los tipos de vegetación que le interesaban. Boussingault comprobó en este período, balanza en mano, un hecho entrevisto solamente por algunos de sus predecesores; esto es, la fijación de las plantas por el carbono, contenido en el ácido carbónico del aire; también probó al mismo tiempo, que las plantas descomponen el agua para apropiarse de su hidrógeno. Además, demostró que los cereales sacan el azoe de la tierra y que según la formula de Lavoisier, en la naturaleza vegetal y en un laboratorio, “nada se crea ni nada se pierde”.  Lo que se pone en el suelo como abono, se encuentra en la planta como cosecha.[45] 

Además, analizó el contenido orgánico del suelo y descubrió la presencia de fosfatos y nitratos; elementos que también se hallaban en los tejidos de las plantas. Algunos años después, continuó estas observaciones en su granja experimental de Pechelbronn, en la Alsacia francesa; aquí emprendió una serie de análisis de algunos vegetales, de la cantidad de gluten en los distintos tipos de trigo, de los abonos y sobre la mutación de las plantas; investigaciones que en su conjunto, dieron paso a la creación de una nueva disciplina: la Teoría Agrícola. En este contexto del interés de Boussingault por la composición orgánica de los suelos, se comprende muy bien que se haya interesado también por estudiar la composición de los guanos que llegaban a Europa por los años sesenta del Siglo XIX, puesto que realizó numerosos trabajos para dar cuenta de las características y de la composición química de los guanos de  las Islas Galápagos, de las costas de Perú y de Chile.[46] Y justamente en estos informes, deja muy en claro que dentro del conjunto de compuestos de los guanos provenientes de estos lugares, los que “…dan realmente al guano su valor son: el ácido fosfórico i el amoniaco, o en una palabra, las sales de fósforo i amoniacales, asi como las materias azoadas, porque contienen los dos elementos asimilables, el ácido fosfórico y el azoe. Estos dos últimos cuerpos deben, pues, considerarse como determinantes del valor de un guano como materia fertilizante.”[47]

También en esta etapa de sus investigaciones, descubrió lo que hoy se conoce como el “ciclo del nitrógeno”. Este elemento, que se halla en abundante cantidad en la atmósfera, termina fijándose en pequeñas cantidades en los tejidos vegetales y animales, donde contribuye a la formación de unas sustancias muy importantes: las proteínas.[48] 

Boussingault coligió entonces, que el nitrógeno del aire es incorporado al suelo por la acción de ciertos organismos muy pequeños, llamados bacterias nutrificantes. Estas bacterias se encuentran principalmente en las raíces del fríjol, el trébol y otras plantas. También los propios animales, que consumen y asimilan las proteínas de los vegetales, devuelven el nitrógeno al suelo, a través de la orina, de los excrementos y de la descomposición de sus propios cuerpos.[49] 

Por ello, sabemos que la presencia de estos vegetales mencionados, enriquecen y revivifican las tierras de laboreo; con razón ya en el medioevo, dentro del conjunto de las técnicas agrícolas de sembradío del período, estaba la denominada la “de los tres campos”, que consistía en alternar la siembra de los productos agrícolas tales como trigo o avena, en los mismos  terrenos, y en cautelar que se siembren leguminosas cada año en uno de los tres campos, para evitar el desgaste del suelo.[50] Ello facilitó más tarde, el descubrimiento a su vez, de los ciclos del carbono, del calcio y del fósforo. Éstos son los llamados ciclos de circulación de la materia. Boussingault abrió así las puertas a la comprensión de estos procesos y por eso es considerado como el creador de la química agrícola y el padre de la agricultura moderna. Sus estudios y conclusiones al respecto, han quedado consignadas en los cinco tomos de una obra denominada Agronomía, Química Agrícola y Fisiología, publicados entre 1860 y 1874. Además, todavía en relación a la agricultura científica, no se puede olvidar  la obra de Boussingault: Économie Rurale avec la Chimie, Physique et la Météorologie, donde aborda los fenómenos físicos y químicos de la vegetación; su estructura, las materias minerales, los contenidos de las plantas, su origen y composición. También en esta línea, recordemos el estudio sobre suelos que realizó este científico. Cabe señalar que dentro de las plantas que analizó Boussingault, también se encuentran: las guaduas, los bananos, las papayas, el árbol de la vaca, el opio, el curare, diversas gomas y resinas y la caña de azúcar.[51]  

Además, se le deben también algunos avances en zootecnia, especialmente acerca de las raciones más apropiadas para los animales en cautiverio.

Por tanto y dada su copiosa producción, los exponentes del mundo científico decidieron honrarlo con un monumento en su honor, levantado en el jardín del Museo de Artes y Oficios, en París, unos años después de su muerte. Así mismo, se le ha dado su nombre a un género de plantas trepadoras de América tropical que comprende once especies, cuyos tubérculos son comestibles: el género Boussingaltia,[52] entre otros especímenes en que la ciencia universal hace referencia a su nombre. 

Su Muerte 

Antes de morir, sufrió una cruel enfermedad que lo llevó a su deceso a los 85 años de edad, en mayo de 1887. Sus trabajos ocupan lugar distinguido en la Historia de la Química, de la Teoría Agrícola, de la Zootecnia, de la Economía Rural y de la Fisiología, entre otras disciplinas. Boussingault fue sin duda una de las grandes figuras que contribuyeron al desarrollo de la ciencia no solamente en Colombia, sino también a la evolución científica en América meridional y a la ciencia europea y universal.[53]

[1] Vallaud, D. y Ayala, Roseline de: Petite Cronologie Universelle, Librairie Générale Francaise, Paris, 2005.

[2] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna.  Colciencias, 1ra Edic., Colombia, 1998; pp. 5-6. 

[3] Ibídem.; pp. 7-9.

[4] Ibídem.

[5] Boussingault, J. B.  Sección Miscelánea.  “Recuerdo de la América del Sur”. Revista de la Instrucción Pública, Vol. III, Nº31: 1896-1897; p. 490.

[6] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault.  El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; p. 13.

[7] Ibídem. 

[8] Ibídem.; p.15.

[9] Ibídem.

[10] Ibídem.; p. 23.

[11]  Boussingault, J. B.: Sección Miscelánea.  “Recuerdo de la América del Sur”, Revista de la Instrucción Pública, Bogotá, Vol. III, Nº31: 1896-1897; p. 491. 

[12] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.

[13] Ibídem.; p. 25, 26.

[14] “Sacudidas subterráneas en los Andes”, Revista de la Instrucción Pública, Vol. VII. Nº37, 1897; p. 187. 

[15] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; p. 32.

[16] Boussingault, Jean Baptiste: Viajes a los Andes Ecuatoriales. Colección de Memorias sobre Física, Química e Historia Natural. Nueva Granada, Ecuador y Venezuela. Presentada a la Academia de Francia.  Traducidos por D. J. Acosta, Librería Castellana 2, Calle Saint-Germain des Preés, Lasarre Editor; 1849; p. 156.

[17] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; p. 32.

[18] Boussingault, Jean Baptiste: Viajes a los Andes Ecuatoriales. Colección de Memorias sobre Física, Química e Historia Natural. Nueva Granada, Ecuador y Venezuela; op. cit.;  p. 158.

[19] Pioneros en Venezuela. Jean Baptiste Boussingault (1802-1887). Código Geológico de Venezuela.  PDVSA, Documento electrónico, 1997. [Fecha de consulta, Marzo 16 de 2013]  http://www.pdvsa.com/lexico/pioneros/boussingault.htm

[20] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; pp. 28-29.

[21] Boussingault, Jean Baptiste: Viajes a los Andes Ecuatoriales. Colección de Memorias sobre Física, Química e Historia Natural. Nueva Granada, Ecuador y Venezuela, op. cit.;  p. 26.

[22] Pioneros en Venezuela. Jean Baptiste Boussingault (1802-1887). Código Geológico de Venezuela.  PDVSA, Documento electrónico. 1997. [Fecha de consulta, Marzo 16 de 2013]  http://www.pdvsa.com/lexico/pioneros/boussingault.htm

[23] Cf. Mc Cosh, F.W.J.: Boussingault, D. Reidel Publishing Company, Holanda, 1984; p. 46.

[24] Memorias de Boussingault 1830-1832. Del Chocó al Ecuador. El Puracé. Quito. El Chimborazo. Mi regreso;  Banco de la República, Bogotá, 1985; p.178.

[25] Cf. Espinoza B., Armando: “La Misión de Boussingault (1822-1831), sus resultados y su influencia en la Ciencia Colombiana”, Rev. Academia Colombiana de Ciencias, Vol. XVIII, Nº68, Mayo 1991; p. 17.

[26] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; p. 35.

[27] Ibídem.; p. 54.

[28] Cf. Boussingault, Jean Baptiste: Memorias, Trad. de Alexander Koppel de León, Digitalizado por la Biblioteca Virtual del Banco de la República de Colombia, Bogotá, 2005.

[29] Ibídem.

[30] Ibídem.

[31] Ibídem.

[32] Robledo, Emilio: Boussingault en Antioquia, Repertorio Histórico de la Academia Antioqueña de Historia, año 1920; Nº3.

[33] Ibídem.

[34] Ibídem.

[35] Ibídem.

[36] Boussingault, Jean Baptiste y Roulin, Francois Desire : Viajes Científicos a los Andes Ecuatoriales. Colección de Memorias sobre Física, Química e Historia Natural. Nueva Granada, Ecuador y Venezuela, Traducida por J. Acosta, Laserre Editor, Paris. 1849; p. 8

[37] Boussingault, Jean Baptiste y Roulin, Francois Desire : Viajes Científicos a los Andes Ecuatoriales.; Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, Colección V Centenario, Ed. Facsimilar; 1971; op. cit.; pp.  XV-XVI.

[38] Boussingault, Jean Baptiste : pp. XVIII-XIX.

[39] Cf. Espinoza B., Armando: “La Misión de Boussingault (1822-1831), sus resultados y su influencia en la Ciencia Colombiana”; op. cit.; p. 17.

[40] Ibídem., p.18.

[41] Cf. Mc Cosh, F.W.J.: Boussingault; op. cit.;  p. 45.

[42] Ibídem.; pp. 492-493.

[43] Ibídem.; p. 493.

[44] Ibídem.; pp. 493-494.

[45] Boussingault. J.B.  Sección Miscelánea.  Recuerdo de la América del Sur. Revista de la Instrucción Pública. Vol. III. Nº31, 1896-1897; p. 492.

[46] Vd. Informes hebdomadarios de las sesiones de la Academia de Ciencias de Paris, T. XLI, nov. 1865; T. XLII, setiembre, 1856, Paris.

[47] Larroque, Luis (Injeniero de minas): Informe sobre los Depósitos de Guano de Mejillones presentado al Señor Ministro de Hacienda, Impr. Nacional, Stgo., Chile, 1863; p. 43.

[48] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Modernacit.; p. 55.

[49] Ibídem.; p. 56.

[50] Cf. Saldivia M., Zenobio: “El obscurantismo en la Edad Medieval, un juicio apresurado”, Rev. Creces, Stgo., Chile, Vol. 11, N°10; pp. 18-21.

[51] Boussingault, J.B. : Économie Rurale avec la Chimie, la Physique et la Météorologie, Paris, Bechet, Jeune, Libraire-Editeur, La Rue Monsieur Le Prince, 1851, p. 818.

[52] España, Gonzalo: Jean Baptiste Boussingault. El padre de la Agricultura Moderna; op. cit.; p. 56.

[53] Boussingault, J.B.: Sección Miscelánea.  Recuerdo de la América del Sur. Revista de la Instrucción Pública. Vol. III. N°31,1896-1897; p. 494. 

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Como muchos colegas, amigos y alumnos me han pedido que les indique dónde pueden encontrar material bibliográfico escrito por este autor e investigador y de dónde poder bajar algunos de estos trabajos, he decidido realizar esta página para atender debidamente a tales inquietudes. Aquí pueden encontrar sinopsis de libros de otros autores y colegas, que me han solicitado que les realice alguna reseña de sus textos; así como también por supuesto, de los libros del autor. Y en algunos casos es posible también bajar algunos libros. Continuaremos en este proceso de digitalización.

*

Zenobio Saldivia Maldonado. Profesor de filosofía (U. de Chile), Mg. en Filosofía de las Cs. (Usach) y Doctor en Pensamiento americano, con mención en Historia de las ciencias, (Usach), Santiago de Chile. Profesor Honorario de la U. Continental, Huancayo, Perú., Miembro Honorario del Colegio de Psicólogos del Perú, Ica Perú. Dr. Honoris Causa U. Ada Byron, Chincha, Ica, Perú. Miembro Honorario de la Universidad Continental de Ciencias y Tecnología, Huancayo, Perú. Profesor titular de la U. Tecnológica Metropolitana, (UTEM), Santiago. Diversos artículos suyos, sobre historia de las ciencias y epistemología, han aparecido en publicaciones de su país y de Argentina, Perú, Uruguay, Nicaragua, Panamá, El Salvador, México, Brasil, España, Costa Rica y EUA. Ha participado en eventos nacionales e internacionales. A la fecha tiene 26 libros publicados; entre los últimos se destacan: Lecturas de Epistemología, Editorial Bravo y Allende, Santiago 2020. El Mercurio de Valparaíso. Su rol de difusión de la Ciencia y la Tecnología en el Chile Decimonónico, (Bravo y Allende Editores, Stgo., 2010). Ensayos de Epistemología , (Compilador) (Bravo y Allende Editores, Stgo., 2012). Ensayos de Filosofía, (Bravo y Allende Editores, e Ilustre Municipalidad de Sta. María, Stgo., 2012), Adiós a la Época Contemporánea, Bravo y Allende editores, Stgo., Chile y U. Continental de Cs,. e Ingeniería, Perú, 2014). Actualmente se desempeña como profesor de Epistemología e Historia de las Cs., en la U. Tecnológica Metropolitana, Stgo., Chile y como Director del Depto. de Hdes. de la misma institución y Director de la Rev. Electrónica Thélos del Depto. de Hdes. de la U. Tecnológica Metropolitana.
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